| ¿Estatista o promercado?
Ninguna de las dos propuestas representa un viraje radical de lo que somos ahora, aunque sabemos que la primera implica continuidad a los esfuerzos de la agenda de presidente López Obrador por reforzar la preponderancia del Estado en la economía y afianzar al país hacia una dirección diferente a la que llevábamos hasta 2018. Cada visión implica oportunidades y riesgos.
El modelo económico que hasta ahora ha promovido la plataforma de Morena cuestiona la efectividad de las políticas previas con el objetivo de reforzar el control del Estado en sectores estratégicos -como la energía-, y redoblar esfuerzos en la distribución del ingreso, argumentando que el modelo “neoliberal” que motivaba la política económica pre-2018 no había dado resultados satisfactorios en combate a la pobreza o distribución de la riqueza.
Y sí, ese modelo que fomentaba la participación de los privados y la predominancia de los mercados había generado magros resultados: crecimientos históricos promedio del 2.4% anual, y reducción marginal de la pobreza y la desigualdad. Aunque las críticas pueden ser válidas y sustentadas, este planteamiento tiene riesgos explíticos e implícitos.
Ninguna de las dos propuestas representa un viraje radical de lo que somos ahora, aunque sabemos que la primera implica continuidad a los esfuerzos de la agenda de presidente López Obrador por reforzar la preponderancia del Estado en la economía.
Por un lado, elevar el rol del Estado en la economía demanda recursos crecientes para financiar las actividades estatales, en especial, considerando que el Estado mexicano se encuentra en un momento de debilidad histórica. Una agenda social activa también requerirá recursos crecientes, los cuales irán primeramente a financiar esfuerzos sociales y ahondarán aún más la brecha que existe entre la inversión pública necesaria para crecer y la que se ha realizado en años recientes. Si el aumento del gasto público no se ve acompañado de incrementos en la recaudación, el riesgo del modelo morenista es fiscal. Con implicaciones de gran calado similares a los que han tenido que pagar economías que han expandido el gasto público de manera descuidada, como Argentina o Grecia.
La propuesta de la candidata de la alianza opositora enarbola principios de corte pro-mercado, buscando recuperar los paradigmas del modelo de corte liberal pre-2018, pero actualizado a fin de aprovechar el dinamismo que podría darle a la economía mexicana el fenómeno del nearshoring, sin mayores detalles aún.
En cuestión económica la elección se reducirá en apostar por una propuesta estatista que en pocas ocasiones ha tenido resultados positivos duraderos o por otra promercado que también conocemos, que ha generado resultados limitados y a veces decepcionantes, pero sostenible. Así, si reducimos la elección al tema económico parecería un menú desabrido.