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La seguridad pendiente en México

Por: Alejandro Desfassiaux Swipe

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A un año del inicio del gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum, es indispensable hacer un balance realista de los avances en materia de seguridad. Aunque hay esfuerzos en marcha, los rezagos estructurales siguen siendo tan graves que ponen en entredicho la capacidad del Estado para garantizar el orden, la legalidad y el libre desarrollo de la vida económica del país.

Aunque hay esfuerzos en marcha, los rezagos estructurales siguen siendo tan graves que ponen en entredicho la capacidad del Estado para garantizar el orden, la legalidad y el libre desarrollo de la vida económica del país.

| Esfuerzo incompleto

La Guardia Nacional, eje central de la estrategia actual, ha crecido en número y presencia territorial, pero enfrenta un problema crítico: la rotación, que genera pérdidas de capital humano, de experiencia y de cohesión. Además, muchos de sus elementos carecen del entrenamiento adecuado para enfrentar la realidad del terreno. Esto se refleja en carreteras lentas y vulnerables, donde los bloqueos y acciones criminales paralizan arterias vitales, afectando el comercio y la logística, y mostrando que seguimos dependiendo de lo que los criminales o supuestos movimientos sociales decidan hacer.

También está el drama de la frontera. El tráfico de fentanilo hacia Estados Unidos y la entrada de armas hacia México evidencian que tenemos límites territoriales sumamente porosos. El problema trasciende la seguridad pública: representa un riesgo directo para la relación bilateral y para el cumplimiento de los compromisos del T-MEC.

Muchos se preguntan dónde deberían estar el Ejército y la Marina. Hoy realizan labores que no les corresponden y exponen su reputación institucional.

El segundo talón de Aquiles está en el sistema judicial. Con la designación de jueces sin experiencia y sin preparación se incrementa la impunidad. A esto se suma la amenaza de cambios a la ley de amparo que, en lugar de proteger a la ciudadanía, parecen favorecer al delincuente. Si México no es capaz de ofrecer justicia rápida, confiable y expedita, cualquier esfuerzo policial queda incompleto.

Muchos se preguntan dónde deberían estar el Ejército y la Marina. Hoy realizan labores que no les corresponden y exponen su reputación institucional. El problema es de origen: en los años 80, la desaparición de más de 300 corporaciones policiacas creó un vacío enorme. Sí, aquellas corporaciones tenían vicios, pero eran eficientes. Ese vacío nunca se llenó y por eso las Fuerzas Armadas ocupan un lugar que no deberían tener. Hasta que no se construyan cuerpos profesionales, bien capacitados y estables, seguiremos repitiendo este modelo que desgasta al Ejército y a la Marina y debilita la seguridad nacional.

| Los retos de Sheinbaum

Los retos que enfrenta la presidenta son mayúsculos. El más urgente es acelerar la coordinación entre la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana de México, la Guardia Nacional, el Ejército y las policías locales. Hemos visto resultados positivos en casos aislados: en Valle de Bravo, por ejemplo, la intervención coordinada acabó con el derecho de piso. Sin embargo, estas acciones deben ser permanentes. En cuanto las fuerzas se retiran, los criminales regresan y reinstalan sus prácticas de extorsión. El trabajo debe ser constante y con mayor velocidad.

Hay que reconocer también que existen señales alentadoras. La Guardia Nacional ha acumulado experiencia en siete años de operación. Con el apoyo de la Secretaría de Seguridad federal en labores de inteligencia, puede mejorar su efectividad. Pero los resultados dependerán de que se corrijan las deficiencias estructurales: reducir la rotación, ofrecer salarios atractivos, fortalecer la capacitación y sellar la frontera.

El país no puede permitirse carreteras inseguras, sistemas judiciales ineficaces y fuerzas de seguridad descoordinadas.

El país no puede permitirse carreteras inseguras, sistemas judiciales ineficaces y fuerzas de seguridad descoordinadas. México necesita seguridad real, justicia expedita y movilidad garantizada para ciudadanos y empresas. De lo contrario, los costos en inversión, productividad y confianza seguirán creciendo y, con ellos, la sensación de que la delincuencia dicta las reglas de nuestra vida cotidiana.

La presidenta enfrenta un reto histórico: poner los intereses de México por encima de cualquier otro. Ojalá logre hacerlo, porque el futuro de la seguridad depende de que estas deudas pendientes se resuelvan con urgencia. AN

 


Alejandro Desfassiaux es presidente del Consejo de Administración de Grupo Multisistemas de Seguridad Industrial

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