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ARQUITECTURA | INTERIORISMO

NO HAY RESPIRO

A medida que trazamos una nueva normalidad, el regreso a los espacios cerrados plantea un nuevo reto. La solución está en tener edificios saludables para procurar personas saludables.

Por: Fernanda Kuri Swipe

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Multiplique su edad por 0.9. Ese es el tiempo de su vida que ha pasado en un espacio cerrado. Esto significa que cuando usted alcance los 80 años, habrá pasado 72 adentro.

Los humanos nos hemos convertido en una especie de interiores. Por lo tanto, el diseño, la construcción y el mantenimiento del entorno que habita pueden impactar notablemente en su bienestar.

¿Suele sentirse somnoliento en las reuniones laborales? Esto se debe a que la mayoría de las salas de juntas no aportan suficiente aire fresco.

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La contaminación del aire interior se hizo visible hasta la crisis energética de 1973, cuando los edificios se sellaron con materiales de aislamiento para ahorrar dinero al conservar el calor y el aire acondicionado.

Al hacerlo, redujeron la mayor parte de la circulación interior-exterior. Fue entonces cuando comenzó el llamado síndrome del edificio enfermo, y las quejas de los inquilinos sobre sentirse enfermos e incómodos se hicieron cada vez más comunes.

Los síntomas eran típicamente molestias —dolores de cabeza, náuseas, fatiga, irritación cutánea— que desaparecían repentinamente cuando abandonaban el edificio, como por arte de magia.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), más de cuatro millones de personas al año mueren prematuramente como resultado de la contaminación del aire interior, pero hay muchos otros aspectos que tienen consecuencias negativas en la salud.

La edificación saludable (healthy building, en inglés) es un área de interés emergente que promueve el bienestar físico, psicológico y social de las personas en el entorno construido.

Se puede decir que es una nueva generación de la arquitectura verde, que retoma los principios de responsabilidad medioambiental y eficiencia en el uso de los recursos, pero también integra los conceptos de experiencia y bienestar.

Un estudio de la Universidad de Harvard, The 9 Foundations of a Healthy Building (2017), establece los principios que hacen un entorno favorable y que usted mismo puede implementar en su casa u oficina:

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Ventilación.

¿Por qué es importante?

Los espacios mal ventilados provocan dolor de cabeza, fatiga, falta de atención y aliento, congestión nasal, tos, estornudos, ojos, irritación de la nariz, garganta y piel, mareos y náusea.

Una ventilación adecuada favorece la concentración y mejora el desempeño.

¿Qué hacer?

El edificio debe cumplir las pautas de velocidad de ventilación del aire exterior locales para controlar las fuentes de olores, productos químicos y dióxido de carbono.

También ha de filtrar el aire exterior y recirculado con un mínimo eficiencia de eliminación del 75% para todas las fracciones de tamaño de partícula.

Debe evitar el aire exterior tomas a nivel de la calle o cerca de otras fuentes externas de contaminantes y realizar un mantenimiento regular.

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Calidad del aire.

¿Por qué es importante?

Este factor depende de la presencia y abundancia de contaminantes dañinos.

Cuando la calidad del aire es pobre, los ocupantes pueden presentar asma, fatiga, irritación y dolor de cabeza.

¿Qué hacer?

Seleccione muebles y materiales de construcción con bajas emisiones químicas para limitar las fuentes de compuestos orgánicos volátiles y semivolátiles.

Verifique la ausencia de contaminantes como plomo, PCB y amianto.

Por último, mantenga los niveles de humedad entre el 30 y el 60% para mitigar los olores.

Calidad del agua.

¿Por qué es importante?

El agua es un nutriente indispensable para mantener una temperatura corporal normal, lubricar las articulaciones, proteger los tejidos sensibles y promover la eliminación de desechos orgánicos.

Sin embargo, el agua potable contaminada es una de las principales fuentes de enfermedades a nivel mundial, responsable de la transmisión de patógenos (cólera, disentería, fiebre tifoidea y poliomielitis) y casante de cientos de miles de muertes por enfermedades diarreicas.

¿Qué hacer?

Instale un sistema de purificación de agua para eliminar los contaminantes, si es necesario.

Asegúrese de que los niveles de desinfectante son suficientes para controlar los microbios, pero no en exceso.

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Salud térmica.

¿Por qué es importante?

Cuando la temperatura de un ambiente es desfavorable, es común presentar picazón y ojos llorosos, dolor de cabeza e irritación en la garganta. Si el ambiente es demasiado cálido, puede manifestar una sensación de fatiga y un estado de ánimo negativo.

La temperatura y la humedad también influyen en la transmisión de virus; un ambiente seco permite que las partículas permanezcan en el aire por más tiempo, mientras que el frío prolonga su periodo de diseminación.

¿Qué hacer?

Mantenga la temperatura y el nivel de humedad confortables y constantes durante todo el día.

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Buena iluminación y vistas al exterior.

¿Por qué es importante?

Los humanos hemos desarrollado ritmos biológicos sincronizados con el día y la noche. Sin una exposición adecuada a la luz, nuestro reloj interno puede interrumpirse o incluso desviarse, lo que produce trastornos del sueño.

La luz también es un estimulante y puede mejorar directamente el estado de alerta y el rendimiento. Las ventanas y el acceso a la naturaleza contribuyen a mitigar el estrés y la fatiga mental.

¿Qué hacer?

Proporcione la mayor cantidad de luz natural posible —manteniendo el confort visual— o bien, iluminación azul de alta intensidad.

Durante la jornada laboral, establezca descansos regulares para tomar el sol.

Intente proporcionar una visión directa a las ventanas exteriores desde todas las estaciones de trabajo y no dude en incorporar vegetación en los interiores.

Antes de dormir, reduzca la intensidad de la luz y limite la luz azul para mejorar el sueño.

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Disminución del ruido.

¿Por qué es importante?

El ruido no solo interfiere con el sueño, el trabajo y las conversaciones, sino que puede causar la pérdida de audición, cambios en la frecuencia cardiaca, elevar la presión arterial e incrementar el riesgo de padecer hipertensión.

También es una forma de estrés psicológico que produce sentimientos de irritación, incomodidad, angustia y frustración, e interfiere con la capacidad de comprender y retener información.

¿Qué hacer?

Proteja y aísle las distintas estancias interiores para paliar la contaminación acústica.

Control de la humedad.

¿Por qué es importante?

La exposición a la humedad en interiores es la principal preocupación para prevenir el asma y otras afecciones respiratorias, tanto en individuos sensibilizados como no sensibilizados. Incluso no tiene padecimientos previos, puede manifestar síntomas de alergia.

La exposición al moho también se asocia con la neumonitis por hipersensibilidad, rinitis alérgica, el eccema, síndrome de moho tóxico, la bronquitis y el desarrollo de tumores pulmonares.

¿Qué hacer?

Realice inspecciones regulares de techos, plomería, techos y equipos de HVAC para identificar fuentes de humedad y posibles puntos de condensación.

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Seguridad y protección.

¿Por qué es importante?

La seguridad es una necesidad básica. Cuando esta se ve amenazada, puede desencadenar una cascada de respuestas biológicas de “lucha” o “huida” que alteran el funcionamiento físico y psicológico; se producen hormonas inducidas por el estrés, como la adrenalina y el cortisol, que elevan la frecuencia cardiaca y aumentan la presión arterial.

¿Qué hacer?

Cumpla con los estándares de seguridad contra incendios y monitoreo de monóxido de carbono.

Proporcione una iluminación adecuada en áreas comunes, escaleras, puntos de salida de emergencia, estacionamientos y entradas.

Gestione los puntos de salida y el perímetro físico. La existencia de planes de acción integrales en caso de emergencia es prioritaria.

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Quizás pueda parecer una inversión significativa, pero no se requiere de un gran presupuesto para crear espacios saludables y comenzar a cosechar los beneficios.

De hecho, el costo es mucho mayor si su edificio colabora a propagar enfermedades transmisibles. La Universidad de Harvard calcula mejorar la ventilación de las oficinas retribuye entre 6,500 y 7,500 dólares a los negocios.

El Laboratorio Nacional Lawrence Berkeley estima que mejorar la calidad del aire interior podría agregar hasta 20 mil millones de dólares anuales a la economía de los Estados Unidos.

En el entorno privado,
la ganancia
—la salud propia y de quienes ama—
es invaluable.

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A medida que las personas comienzan a internalizar la naturaleza colectiva de la salud, compartir sus métricas de bienestar personal —el número de kilo-gramos perdidos o kilómetros recorridos— y calidad del aire mediante dispositivos portátiles y teléfonos inteligentes, podrían surgir nuevas aplicaciones que brinden información en tiempo real sobre las condiciones de los edificios, si bien existen certificaciones de edificación saludable como LEED, WELL, BREEAM y Fitwel.

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El covid-19 ha despertado una conciencia compartida en quienes planifican, supervisan y construyen edificios con respecto a la calidad de estos.

Pero todos podemos contribuir a mejorar los espacios que ocupamos, especialmente buscando productos sin químicos tóxicos, manteniendo rutinas de limpieza rigurosas y regulares, lavándonos las manos, quitándonos los zapatos en la puerta y asegurándose de monitorear y purificar el aire interior lo más diligentemente posible.

Eso, sin duda,
nos dará un respiro. 

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