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Grosella, un invento mexicano

lleno de color para el calor infernal

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krushon

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El nacimiento del clásico
sabor a grosella

 ✤ En 1938, el proyecto vio la luz precedido por el ingenio y las buenas relaciones de Francisco Medina González, uno de los primeros egresados de la carrera de Ingeniería Química en México.

Mi abuelo recibió la representación de una empresa inglesa que hacía colorantes para tela. Cuando todos los ingenieros químicos se enfocaban en la industria petrolera, mi abuelo optó por esta otra rama”, cuenta José Alberto Medina Flores, director general de Deiman.

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Con una industria petrolera en ciernes y lista para inundar de riqueza el país, el camino de Medina González parecía una decisión errónea.

La confirmación llegó cuando, después de la Segunda Guerra Mundial, apareció el nailon. Entonces sí, nadie más necesitó colorante de telas.

Ese momento de crisis provoca que mi abuelo cambie a colorantes comestibles. Al principio, usa el mismo canal de distribución, que eran las tlapalerías, para vender productos para alimentos, dice Medina Flores.

“Ahí nacen dos cosas:
esta empresa con su giro actual
y las tiendas de materias primas”.

Deiman es una historia de paciencia,
como debe ser todo en la cocina.

 ✤ Con el tiempo, se volvió testigo del crecimiento de una industria: las primeras paleterías y panaderías, el nacimiento de algo llamado Bimbo, miles de personas que salían a la calle para ofrecer sus recetas, sus tamales, sus dulces, sus sabores.

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La empresa entendió que el mexicano se reinventa al relacionarse con la comida, que un puesto de elotes es la memoria ancestral y colectiva de la tierra del maíz, que sabe a qué saben los colores y lo demuestra al pedir un tamal –verde o rojo–, y que es capaz de inventar un sabor que lo identifique:

he ahí la inconfundible
paleta de grosella.

El sabor grosella es un invento de don Manuel Medina, hermano de mi abuelo. Fue un sabor hecho con base en la memoria de haber probado, alguna vez, esa fruta.

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En México no se conocía y más bien fue una reinterpretación que él hizo”, explica Medina Flores, con la timidez que implica ser la cabeza de una empresa que vive involuntariamente a la sombra de lo cotidiano.

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En estos días, la compañía trabaja
en recuperar el sabor original
de algunos alimentos mexicanos.

 ✤ También buscan rescatar la variedad de chiles que hay en el país, los más de 60 que son originarios de México, porque a Deiman no se le olvida que el mexicano no sólo se inventa sus sabores ni se refleja en cada uno de ellos, sino que, al final, lo que más parece importarle, es gozarlos y sufrirlos.

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