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Tejiendo la vida: Día de Muertos en Pátzcuaro

Por: Miguel Ángel Sosme / FOTOS: Sara Daniela Martínez Swipe

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El Día de Muertos es, sin duda, una de las festividades rituales por las que más se conoce a nuestro país a nivel internacional, y es en la región lacustre de Michoacán, donde adquiere mayor relevancia por el impresionante despliegue de recursos dispuestos en las ofrendas y cementerios, así como por las decenas de miles de visitantes nacionales y extranjeros que logra reunir entre el 31 de octubre y el 2 de noviembre.

La fiesta de Día de Muertos, declarada Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad por la UNESCO, expresa a cabalidad la visión que los mexicanos tenemos de la muerte.

Una muerte que, paradójicamente,
es vida, color, flores, chocolate,
humo de copal, música y fiesta.

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Una muerte que vive, se viste y sonríe por doquier:
entre las calles empedradas, y aún entre la humedad del Lago de Pátzcuaro, que en esas fechas se ilumina con la luz cálida de las velas y las frondosas flores de cempasúchil.

Las almas
de los muertos,
visitan a los vivos

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Ubicado a 57 kilómetros de Morelia, capital de Michoacán, Pátzcuaro recibe a miles de turistas deseosos de conocer el misticismo de las festividades purépechas, que tienen lugar del 31 de octubre al 2 de noviembre en toda la zona lacustre.

Los visitantes son testigos de un despliegue de colores y luces en todo el poblado de Pátzcuaro, así como en el impresionante lago del mismo nombre en el que prosperan importantes islas como las de Yunuén, Janitzio, Urandén y La Pacanda, donde los pobladores inician las festividades de muertos, con la preparación de los alimentos que habrán de ofrendar en los cementerios, así como con la limpieza de las tumbas.

Las ceremonias de velación, que tienen lugar por las noches, son las más impresionantes, pues se aprecian en su máximo esplendor el colorido cálido de las ofrendas, los arcos repletos de flores y la luminosidad de las velas que son transportadas en las canoas hacia los panteones.

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Celebrar la muerte en Pátzcuaro
es una experiencia extática,
pero también, es para los purépechas,
un ejercicio sanador.

Con la luz y el canto se sanan los dolores: el de la ausencia, el de la soledad, la tristeza, el olvido. Y aunque poco analizados, los textiles en estas fiestas desempeñan un papel relevante por el que se comunica la identidad étnica, y también, el respeto a quienes se han ido.

De este modo, los textiles están presentes en las ofrendas  jugando papeles relevantes en todos los procesos rituales. , así como en otras de reciente creación, que anualmente, sorprenden a los visitantes procedentes de distintas regiones del mundo.

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Tejidos de gala fúnebre

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Las mujeres purépechas, por ejemplo, acuden a los cementerios vestidas con sus mejores galas para recibir a los difuntos. Portan los rebozos tradicionales de la región que son confeccionados a mano en el telar de cintura y en cuyos extremos sobresale un complejo rapacejo que es anudado con los dedos.

Llevan también blusas y faldas ricamente bordadas en punto de cruz con motivos fitomorfos y zoomorfos, collares y aretes de plata, así como algunas trenzas vistosas. Estas últimas pueden ser evitadas por las mayores, pues se trata de una fecha luctuosa en la que se debe evitar el uso de listones coloridos.

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Los hombres, por su parte, visten, en medio de la frialdad de la noche, hermosos gabanes de lana o acrilán que son tejidos en telares coloniales o de pedal, así como sombreros de fibras naturales que forman parte del traje tradicional purépecha.

Del mismo modo, sobre las tumbas se disponen manteles y servilletas ricamente bordadas a mano en punto de cruz, y sobre ellos se colocan el churipo, las corundas, el caldo michi y otros alimentos típicos de la zona que, en su conjunto, constituyen el banquete de las ánimas visitantes.

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Asimismo, una práctica singular en comunidades como Tzintzuntzan y Tzurumútaro, es la representación de los difuntos con calaveras o maniquíes que son ataviados de forma tradicional, con la indumentaria característica de la región.

De allí que no sorprenda ver entre las tumbas, estas figuras de papel maché y otros materiales, cubiertas con rebozos, blusas bordadas, gabanes de lana, sombreros y sandalias.

Es importante señalar que cada año se emplea un traje distinto, pues los difuntos aprecian el esmero con el que sus familiares los visten y atienden.

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Pátzcuaro entre hilos

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Otro momento en el que los textiles purépechas lucen con todo su esplendor, es durante el Tianguis Artesanal, el cual se instala en la emblemática Plaza Vasco de Quiroga y a la cual asisten las maestras y maestros artesanos de todas las ramas artesanales, para ofrecer sus mejores productos en los días de mayor auge turístico.

Son dignos de admirar los hermosos huanengos (huipiles o blusas) bordados a mano en la Meseta Purépecha, las fajas de Cuanajo, los deshilados de San Felipe de Los Herreros, los tejidos de gasa de Aranza, los rebozos de Angahuan, entre otros.

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Asimismo, del 1 al 4 de noviembre, tiene lugar en el Centro Cultural ex Colegio Jesuita de Pátzcuaro, el Concurso Artesanal de Noche de Muertos, donde autoridades estatales y nacionales reconocen lo más exclusivo, complejo y extraordinario del arte popular de la región.

El certamen es convocado por el Insituto del Artesano Michoacano y a decir de la institución, este año contará con una bolsa de premios de hasta $830,000 pesos que serán repartidos entre los ganadores.

Es importante señalar que, los textiles han sido verdaderos protagonistas del referido certamen, siendo los rebozos de algodón de Ahuiran, Michoacán, los más reconocidos por el público.

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Dichos rebozos, especialmente los de uso ceremonial, resultan altamente llamativos por sus elegantes rapacejos de plumas de aves exóticas, las cuales son obtenidas de la muda natural de dichas especies al cambiar de plumaje.

 

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Varias de estas prendas forman parte de colecciones públicas y privadas alrededor del mundo, y constituyen un auténtico arte que pervive, gracias a mujeres como doña Feliciana Bautista, la rebocera más reconocida de la región y quien recientemente, colaboró con Ihkiti e Hijos del Maíz, para vestir a Tenoch Huerta en la Semana de la Moda de Milán.

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Con todo lo anterior, podemos decir que, visitar Pátzcuaro en Día de Muertos es una experiencia única en la que se conjugan las prácticas rituales indígenas con los históricos saberes artesanales de la producción textil.

Una oportunidad, además, para adquirir las piezas más exclusivas de las maestras tejedoras de todo el estado de Michoacán.

Y si no te es posible viajar hasta aquí, te recomendamos visitar el sitio https Ihkiti donde podrás adquirir lo más relevante del arte textil purépecha, y particularmente, los rebozos ceremoniales de la gran maestra Feliciana Bautista.

Varias de las piezas de Ihkiti, provienen del certamen “Noche de Muertos” de Pátzcuaro, algunas de ellas son rebozos premiados que incluyen certificados de autenticidad y que pueden ser enviados a cualquier parte del Mundo.

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www.ihkiti.com

 

Artículo:
Miguel Ángel Sosme
IG @sosmecampos
Fotos y video:
Sara Daniela Martínez
IG dann_mtz

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