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Temoaya, la Persia de los tapetes en el EdoMéx

Los tapetes de Temoaya han superado a cualquier otro producto de la región por la calidad de su técnica y su belleza.

Por: Maria Luisa Alós | Fotografía : Herbey Morales Swipe

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Imelda y Josefina colocan el hilo de algodón en extensiones apretadas y tensas en el telar de madera.

Se sientan y como si de una partitura se tratara ponen una hoja con el diseño en cuadrículas que empezarán a tejer.

Parece que tocan un instrumento, pero en lugar de notas musicales de sus manos salen colores y formas de las culturas cora, huichol, mazahua, tepehua u otomí, su etnia de origen.

La técnica es la siguiente:

Meten hilo de lana
Anudan
Aprietan
Terminan la línea
Emparejan golpeando
con un pequeño mazo


.

Imelda y Josefina son tejedoras de tapetes anudados a mano con lana virgen, lana importada de Argentina o Australia.

Ríen entre ellas cuando les preguntamos si suelen platicar en las largas jornadas

Pues no mucho, cuando la zona es de un solo color, sí, pero si entramos en los detalles más pequeños, no; debemos estar muy concentradas, sino perdemos la secuencia”.

Y el hilo de la conversación.

Exacto, y sonríe.

Madre e hija son parte de una estirpe que inició esta actividad en la década de 1970 y tuvo su momento de auge por 20 años y ahora se encuentra en proceso de desaparición.


Aunque nunca se exportaron, los turistas de otros países los compraban. Pero esos tiempos se fueron.

Lo que no se ha ido es el trabajo manual con experiencia, la belleza de sus diseños y la voluntad de negarse a desaparecer. En nuestro recorrido, encontramos otro pequeño taller familiar.

El matrimonio Gutiérrez y su cuñada Oliveria Margarito, además de confeccionar tapetes, se encargan de una pequeña tienda de abarrotes, frutas y verduras. Sus escasos clientes, cuentan, son los que han conservado desde hace años.


.

Prácticamente trabajan sobre pedido.
Difícil hacerse de nueva clientela a falta de locales,
trabajando dentro de sus propias casas.

Difícil para la clientela encontrarlos también. Solo preguntando aquí o allá se da con los tejedores; eso no es difícil: todos los conocen aunque su comunidad se haya reducido de aproximadamente un millar, a menos de un ciento en la actualidad, según cifras subjetivas, sustentadas en los viejos letreros oxidados que señalan direcciones que ya no existen en el pueblo.


.

 

Don Raúl nos muestra con orgullo su inventario. Despliega en el suelo los tapetes y sus colores le roban a la tarde sus destellos.

El más grande fue realizado por dos tejedores que se llevaron dos meses y medio de jornada completa.

Cada centímetro cuadrado
–explica–
tiene 140 mil nudos
”.

Como una constelación de estrellas en un reducido espacio, pienso. Aunque están hechos para caminarlos les comento que me parece un pecado pisarlos.

Aguantan muy bien, no te creas,
bien cuidados
pasan de una generación a otra
,
afirma Clementina.


• El primer nudo, el origen

Poblaciones de Veracruz, Chiapas y Tlaxcala fueron elegidas junto a la del Estado de México para desarrollar el anudado a mano como se hace en los países que le han dado fama a sus tapetes, entre otros: Irán, Paquistán e India; esto a través de un programa de promoción del Banco de México

Temoaya destacó desde el principio y las alfombras se relacionaron de manera natural con su nombre.

El objetivo de adquirir esta destreza fue desarrollar una actividad afín a la de sus pobladores que les brindara desarrollo económico y social.

Y se logró por un periodo. Al hablar con sus creadores mexicanos, relatan que no fue problemático aprender el proceso de elaboración del anudado; la habilidad que les caracteriza para tejer con diferentes técnicas manuales prendas para vestir les hizo fácil el desarrollo de esta pequeña industria artesanal, formada básicamente por mujeres de mediana edad (de cada 10 tejedores, 2 son hombres).

La crisis, explican, provino del abandono del Banco de México a su actividad y el alto costo de la materia prima: la lana virgen no se produce en México, porque el clima no es propicio para la especie de borrego que ofrece lana de largo pelaje.


Las tiendas departamentales dejaron de hacerles pedidos por no poder cumplir con el volumen que les exigían, además de que les tardaban tres meses, o a veces más, en pagarles su trabajo.

Don Raúl describe el panorama actual:

Si en 1980 vendíamos en promedio
10 metros cuadrados al mes,
ahora la cifra llega a veces a cero
”.

Cada tapete terminado es casi un milagro.

La ganancia
–dice–
es reducida
”.

Los artesanos se enfrentan a la escasez de lana virgen; sólo hay una fábrica que la exporta y para teñirla del color deseado deben hacerlo por cada 20 kilos.

Para dar una idea,
un tapete promedio de 90 x 120 cm
ocupa de cuatro a cinco kilos.


• Temoaya, una cultura viva

Llegamos a Temoaya. El sol del mediodía no alcanza a cortar el frío del aire húmedo. Estamos a más de 2,500 msnm y rodeados de bosques. Encontramos un pequeño mercado donde se ofrece todo tipo de garnachas con sabor a maíz (ése que no es transgénico), hongos, flor de calabaza, nopales y los aromas de las frutas que nunca han pasado por un contenedor o la refrigeración.

En nuestro recorrido paseamos por la plaza principal, nos detenemos en la parroquia de Temoaya que data del siglo XVII. Como la mayoría de los templos en México, está en buen estado y uno puede refugiarse en su amplio atrio del frío o del calor porque la sombra o el sol obligan a cambiar de lugar después de un rato.

Su enorme quiosco invita a caminar alrededor y fundirse con el vaivén lento de sus habitantes que caminan sin un destino fijo, cuando la tarde empieza a caer.


No hay que dejar de visitar el Centro Ceremonial Otomí construido en 1980. Su grandeza contrasta con las pequeñas construcciones de San Pedro Arriba, donde se ubica, pegado a Temoaya.

El centro ceremonial es conocido y visitado por deportistas de alto rendimiento que acuden a probar su resistencia.

La ceremonia dominical de adoración a los cuatro elementos, con el sol como eje central, se realiza como se ha hecho desde hace 3,000 años cuando los primeros habitantes de la región fincaron sus hogares.


Le pido a Imelda
que me enseñe a decir gracias en otomí.

Jamadí, la jota suena a “k”.
No lo logro. Se lo digo en español.
Quisiera decirle más.
Una palabra que conjure la nostalgia
de algo que aun no ha desaparecido.

El español no alcanza. Los nombres y las direcciones de las familias que nos abrieron sus talleres pueden ser esa hebra que lleve a otros a acercarse a Temoaya y, quizá, evitar que se extinga su arte.

MARÍA LUISA ALÓS
PERIODISTA

@Maluisax

En sus inicios cubría las secciones de finanzas y economía. Ahora escribe sobre temas relacionados con viajes y reportajes de investigación.

 

HERBEY MORALES
FOTÓGRAFO

@herbeymorales

Antropólogo de profesión, es un amante de visitar comunidades y contar sus historias y tradiciones a través de imágenes.


CÓMO LLEGAR
Toma la carretera de cuota México – Toluca, continúa por libramiento de Toluca. Gira a la derecha donde dice Temoaya, y 10 kilómetros adelante se llega al destino.

DÓNDE DORMIR
Finca La Venturosa Km 10 carretera
Temoaya-Centro Ceremonial Otomí.
(A 38 km de Toluca
y a 2 km del Centro Ceremonial Otomí).

T. 55 5799 3692.
www.fincalaventurosa.com
FB: Finca la Venturosa

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