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Tierra y Amor

Por: Abraham Bojórquez Swipe

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Tierra y amor.

⣿⣿ Dos palabras con raíces muy profundas en la experiencia humana. Es un nombre sencillo para un proyecto que, como cualquiera que esté familiarizado con la agricultura orgánica sabe, demanda una complejidad enorme en su ejecución. 

Llegamos al predio a media mañana, después de un viaje de 20 minutos en auto desde San Miguel de Allende. El rancho se encuentra en las afueras de Atotonilco, Guanajuato, el pueblo conocido por el Santuario de Jesús Nazareno, al que también apodan “la Capilla Sixtina mexicana”. 

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Nos espera Marcela Vera, directora y mente maestra de Tierra y Amor, para llevarnos a un recorrido guidado por el proyecto. Nos subimos con ella a un vehículo todoterreno y nos internamos hacia un camino de terracería, flanqueado por árboles. 

A los costados del camino aparecen esporádicamente estructuras de acero oxidado. Marcela nos cuenta que un tren solía atravesar el lugar.

Con el paso de los años, han ido encontrando piezas de las vías y ferrocarriles, las cuales han transformado en instalaciones como un homenaje al pasado del rancho. 

Pasamos a un salón en donde se encuentra montada una exhibición etnográfica, cuyo objetivo es compilar y resguardar las costumbres y tradiciones de los pueblos originarios de la región.

En esta sala encontramos muebles con coloridas decoraciones en pintura y trajes típicos, entre los que hay un vestido de novia. También vemos algunas artesanías y utensilios de uso diario. Al final de la sala, una imagen de la Virgen de Guadalupe frente a decenas de veladoras apagadas. 

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Continuamos el recorrido
por la zona de huertos frutales.
Hay sembrada pitahaya, lavanda
y una multitud de hierbas.

También se suelen cultivar manzanas, peras y nueces. Estos huertos funcionan como jardines polinizadores en los que las abejas juegan un papel fundamental. Las cosechas se utilizan para hacer conservas, aceites y jabones, entre otros productos. 

En esta zona del rancho es común encontrar estatuas, fuentes e instalaciones de arte que adornan los jardines. Mientras paseamos y tomamos algunas fotos, escuchamos acerca de los retos de la agricultura orgánica y el balance que se requiere para lograr cosechas exitosas.

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Cada problema que surge, se tiene que hacer uso de la creatividad para solucionarlo de la mano de la naturaleza. Estas soluciones a veces crean nuevos problemas y el ciclo comienza de nuevo.

    

Sin embargo, este enfoque es necesario si se quiere preservar la salud de los alimentos, algo que urge en un mercado inundado por alimentos procesados y vacíos de nutrientes. 

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Nos acercamos a las colmenas, en donde sucede la principal actividad del rancho, pero en esta ocasión no podemos entrar de lleno a esta zona. Nos explican que la miel que se produce en Tierra y Amor es de mezquite, que es el nombre del árbol cuya flor contiene el néctar que las abejas utilizan para producirla. 

❉✾Caminamos unos metros más y llegamos a un impresionante depósito de cuarzo rosado.

Marcela nos cuenta la historia de cuando llamaron a una especie de sacerdote a que les indicara cuál era el centro energético del rancho, pero el guía espiritual les dijo que no había tal, y que la energía se sentía con mucha intensidad en todo el predio. 

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Regresamos al vehículo y avanzamos a través de más parcelas. Nos detenemos frente a una pequeña exhibición de minerales, que muestra algunas variedades que se han encontrado en el rancho, así como otras que forman parte de la cultura e historia de México, como la obsidiana. 

Llegamos a un complejo de cuatro edificios reunidos en torno a un pequeño patio central. En el espacio contiguo, a cielo abierto, hileras de antiguos pupitres reciben la luz del sol en una escena de tintes oníricos. 

❉✾Marcela nos cuenta otra historia. En la primera mitad del siglo XX, un maestro montó en este lugar un centro de estudios comunistas, en donde entrenaba a los habitantes de la región en las enseñanzas de Karl Marx.

El centro funcionó por muchos años antes de ser abandonado. Al diseñar el proyecto de Tierra y Amor, decidieron convertir los salones en cabañas acondicionadas para que los visitantes se puedan hospedar aquí mismo si así lo desean.

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Al caminar al centro del patio. descubrimos una pequeña fuente cuyo chorro diminuto rompe el silencio al caer sobre pétalos de cempasúchil. 

Frente a las cabañas se alcanza a ver el edificio que alberga el Museo de Miel, una de las secciones más ambiciosas del rancho.

Entramos al recinto y de inmediato podemos ver a través de un cristal la zona en donde se está envasando la miel de mezquite, principal producto de Tierra y Amor. Se exhibe un traje de apicultor y utensilios antiguos, mientras se cuenta la historia de la apicultura. 

❉✾En una sala contigua podemos ver más de 15 variedades de mieles de todo el mundo, al igual que una explicación detallada del proceso mediante el cual las abejas producen el dulce elíxir. Una proyección de video y una sección de cambio climático son la última parada del recinto, cuyo trabajo de museografía es minucioso y exquisito. 

El museo desemboca en una tienda de regalos muy completa y variada, en donde es posible adquirir la miel de mezquite y otros productos del rancho como propóleo y ate de membrillo. También hay todo tipo de artesanías, souvenirs y recuerdos. 

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Nos muestran una sala repleta de cerámica mayólica, en donde también se puede adquirir un jarrón, vasija o florero con magníficos y detallados diseños. 

❉✾Finalmente pasamos a una terraza en donde nos espera una mesa con varios platos para degustar. Probamos la famosa miel de mezquite con pan, queso y frutos. El sabor de la miel es único, un tanto cremoso, suave y maderoso. 

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Antes de irnos, pasamos por un ajedrez gigante y una especie de cementerio de troncos. Son estos parajes los que le ponen mucha magia a un lugar en el que, de por sí, se respira belleza y tranquilidad. 

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La combinación de arte, naturaleza y contemplación hacen de Tierra y Amor una parada que vale el esfuerzo y el tiempo durante un viaje a San Miguel de Allende. En este lugar, pasado y presente se difuminan para generar una experiencia agroecológica como pocas en todo el país. 

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Además de los recorridos guiados, Tierra y Amor ofrece experiencias como: un tour en bicicleta, un tour que incluye el rancho y el centro de Atotonilco, un picnic a la sombra de los mezquites y nogales y un taller para aprender a crear bombas de semillas. 

El rancho ocupa un área
de doce hectáreas.
Mucha tierra, y sin duda
mucho amor. 

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