La época victoriana
╬ En el siglo XIX, este gesto se consolidó como una práctica común en las propuestas de matrimonio. ¿Cómo olvidar ‘Orgullo y Prejuicio’ o ‘Sensatez y Sentimientos’ de Jane Austen?
Y es que, la sociedad victoriana era profundamente influenciada por la moralidad rígida, las tradiciones, las normas de conducta y su énfasis en las apariencias. Por lo tanto, las pedidas de mano seguían un protocolo muy estricto.
La moral victoriana era extremadamente conservadora, en consecuencia, la pureza y el decoro eran virtudes altamente valoradas. Mientras, en la época se vivió el apogeo del Romanticismo, un movimiento cultural que exaltaba las emociones, la naturaleza y la individualidad, sin olvidar la concepción del amor y el matrimonio.
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Como resultado, la pedida de mano se convirtió en un acto profundamente romántico, el cual se alineaba con la idealización del amor verdadero y eterno.
En cuanto a cómo se realizaba la propuesta, primero que nada, el pretendiente debía contar con el consentimiento de los padres de la futura novia. Una vez obtenido el permiso, la propuesta se llevaba a cabo en un entorno privado y controlado.
Entonces, el arrodillarse ante la mujer para proponerle matrimonio, era una muestra de consideración, no solo con la novia, sino también con su familia y los valores que esta representaba.
De hecho, las nupcias de la Reina Victoria con el Príncipe Alberto, tuvo una significativa influencia en las normas y pensar de la época. Ya que, fue considerada como una unión con base en el amor genuino, y así ayudó a popularizar la idea de que el matrimonio debería estar fundamentado en el afecto mutuo.
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También, aquí se ve el origen de entregar un anillo como símbolo de compromiso. El hombre, al arrodillarse y presentar la sortija, no solo ofrecía una joya de valor material, sino también un símbolo de su promesa de fidelidad y lealtad.
Además, éste, generalmente adornado con diamantes, era un reflejo del estatus social y del compromiso inquebrantable. Por lo tanto, el acto de arrodillarse con el anillo en mano se convirtió en un ritual que sellaba la promesa de amor eterno bajo las normas y expectativas victorianas.
Imagen de Cynthia Gabriella