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Los misteriosos Guachimontones de Teuchitlán

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Allá donde están los montones de guajes,
es donde vas a encontrar uno de los atractivos más imponentes de la zona Valles del estado de Jalisco: Los Guachimontones. Queríamos una aventura distinta sin alejarnos mucho de la ciudad.

Y fue así como una mañana temprano tomamos la carretera México 70, pasamos el Pueblo Mágico de Tequila, y entramos a Teuchitlán. Es imposible perderte, pues justo en la entrada puedes ver una pared con letras plateadas empotradas, las cuales rezan:

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Teuchitlán

Afortunadamente, a partir de aquí llegar a las ruinas no es difícil. Y es que el camino está pavimentado y cuenta con señalización clara. Un agasajo para los exploradores, definitivamente.

El boleto de acceso a esta zona arqueológica tiene un costo de $30.00 pesos, y este incluye el recorrido por las ruinas y una visita al museo. Te recomendamos visitar las ruinas antes de explorar el museo. 

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Para disfrutar plenamente de tu recorrido ¡definitivamente vale la pena contratar a un guía! Estas personas cuentan con capacitación oficial para explicarte cada detalle de las ruinas. Por el costo de $200.00 pesos, Efrén Carrillo Lozano nos acompañó durante la hora y media que nos tomó recorrer las ruinas de los centros ceremoniales. 

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Aunque no para todos es fácil recorrer distancias largas (no se diga empinadas), para llegar al primer
Guachimontón solo es necesario caminar una distancia de 475 metros, de los cuales 350 metros son empinados.

Sin embargo, la recompensa es inmediata, porque desde aquí pudimos ver en panorama la belleza  de Teuchitlán; la Presa de la Vega, el volcán de Tequila, el insólito yacimiento de obsidiana. Todo enmarcado por el suave rumor de los animales del campo merodeando. Sobra decir que no perdimos la oportunidad de fotografiar esta maravilla natural. 

Y así empiezas a caminar sobre las ruinas de lo que hoy en día conocemos como la “cultura Teuchitlán”, a falta de más descubrimientos que esclarezcan la identidad de los misteriosos arquitectos de las pirámides circulares del occidente de México.

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Aunque el proyecto está detenido desde que falleció
Phil Weigan, especialistas y arqueólogos profesionales afirman que es muy poco lo que se ha excavado, y que probablemente sea necesario quitar otros 2 metros de tierra para poder destapar el complejo de los guachimontones de Teuchitlán por completo. 

Aprendimos a reconocer los 4 elementos que conforman a un Guachimontón: un altar circular centrado, su patio circular, su correspondiente banqueta y una plataforma.

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Efrén
nos explicó que los arqueólogos involucrados en la exploración de los Guachimontones tienen una teoría para explicar  los círculos que componen este inusual asentamiento. Y es que se cree que los antiguos habitantes de la zona percibían la figura del círculo como armoniosa, capaz de permitir que la energía divina descendiera a los habitantes de manera fluída.

Es decir, a diferencia de las figuras cuadradas o triangulares, los Guachimontones usan los círculos como elemento fundamental de su cosmogonia.

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Además, pudimos caminar en la cancha donde se disputaban los juegos de pelota de la cultura Teuchitlán. Se cree que estos juegos iniciaban cuando salía el sol y culminaban cuando se volvía a esconder en el horizonte.

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En una esquina de la cancha rectangular, está marcado el espacio donde encontraron el cuerpo amortajado de uno de los capitanes del equipo, presuntamente el campeón.  ¡Era un honor ser sacrificado para llegar con los dioses, y la cabeza atravesada por una daga es solo parte de esta macabra historia!

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Aún quedan muchos secretos por desenterrar en
Jalisco. Por dar algunos ejemplos, pienso en el Guachimontón vandalizado cerca de la ciudad de Guadalajara, específicamente sobre la avenida Mariano Otero. Esta edificación, según observaciones de expertos en el tema, se trata de una edificación más reciente que las enterradas en la  ciudad prehispánica abandonada de Teuchitlán. 

Y también está Teocaltitán, en los Altos de Jalisco. Una zona que el INAH busca restaurar para seguir desentrañando los secretos escondidos en el occidente del país.

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Pero ya cansados de la aventura del día, decidimos  completar nuestra experiencia, decidimos tomar una desviación para comer y pasar la noche en la
Hacienda del Carmen, en el bonito pueblo de Ahualulco del Mercado. Del menú del día, no dudé en escoger los pimientos encurtidos y la lonja de corvina acompañada de espárragos y jitomates asados al romero. 

Brindamos por el viaje espectacular con un vino tinto de la asombrosa cava de la hacienda. Y tuvimos el gusto de platicar con la dueña del lugar, Mónica Baeza, junto a su fiel “Chana”, una bella pastor alemán quien parece saber todo sobre el arte de recibir a los huéspedes que se alojarán en la mística hacienda. 

Las dos nos dieron un recorrido por las instalaciones del lugar; donde destaca el huerto, alimentado con tecnología de punta. Y así mismo el maravilloso laboratorio donde destilan caña de azúcar. Antes de lo que nos imaginamos habrá en el mercado delicioso ron de origen tapatío.

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Finalmente llegamos a nuestros aposentos para descansar. Y aunque la aventura en la que descubrimos tanto sobre la cultura Teuchitlán había llegado a su fin, entre las paredes de la Hacienda del Carmen también se pueden respirar vestigios de otros tiempos. La colonia, los monasterios, la revolución. Y entre la imaginación y los sueños no alcanzas a darte cuenta de que caíste a los brazos de morfeo, y la historia tendrá que esperar para seguir con sus sorpresas

Y con la nostalgia que queda cuando se acaba un viaje, a la mañana siguiente disfrutamos del delicioso buffet acompañado por chocolate caliente y café de olla. Un cierre espectacular para despedir a la bellísima zona valles de Jalisco, que seguro guarda más secretos, los cuales ameritan una nueva visita a la región.

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