Cuando me gradué de la preparatoria circulaba en internet un video musical producido por Baz Luhrmann. Se llamaba “Wear Sunscreen” (“utiliza bloqueador solar”) y era una adaptación audiovisual de un texto que la columnista del Chicago Tribune, Mary Schmich, publicó como si se tratara de un discurso para una universidad el día de graduación. La columna está llena de consejos que siempre han resonado conmigo y que periódicamente recuerdo. Ahora estoy pensando en un segmento que dice: “No te preocupes por el futuro. O hazlo, pero debes saber que preocuparte es tan efectivo como intentar resolver una ecuación de álgebra con sólo masticar un chicle. Los verdaderos problemas en tu vida serán cosas que nunca cruzaron por tu mente preocupada”.
Hoy, toda la humanidad está pasando por uno de esos problemas que llegaron sin aviso. Mientras cada quien se preocupaba por sus propios asuntos, e incluso después de que surgieran los primeros reportes de gente infectada, pocos se imaginaron que un virus pudiera hacernos esto. Quien puede se ha quedado en casa. Quien no, ha tenido que salir a enfrentarse a un enemigo invisible. Mientras tanto, las economías mundiales y locales están sufriendo y la vida entera ha cambiado en sólo unas cuantas semanas.
Éste es un buen momento para recordar que hay que practicar la empatía. Piensa en los problemas y las dificultades que esta epidemia te ha causado a ti, y recuerda que nadie está exento. A todos nos está pegando, todos hacemos lo mejor que podemos y hoy más que nunca hay que ser empáticos con los demás. La vida de todos ha cambiado. Los cines han cerrado y muchos estudios han volteado a ver al streaming con mejores ojos. Lo mismo ha sucedido con los gimnasios, las escuelas y las oficinas, cuyas actividades se han tenido que adaptar a la transmisión en vivo desde una computadora. Nos hemos visto obligados a experimentar la cotidianidad a través de una pantalla. Vaya, hasta los deportes profesionales se han tenido que disputar en una consola electrónica.
Este mes, la edición impresa de Cine PREMIERE (de la cual pueden disfrutar una parte aquí) se la hemos dedicado en gran parte a esta nueva realidad. Hablamos de los efectos que ha tenido la pandemia del COVID-19 sobre la industria audiovisual y de aquellas repercusiones que podrían ser permanentes. Nadie sabe qué nos deparará el futuro y de nada nos sirve preocuparnos, pero sí podemos pensar en lo que está pasando y lo que podemos hacer.
Por supuesto, no todo es sombrío: también vale la pena enfocarnos en ser creativos, en encontrar momentos alegres y de paz. Por eso les preparamos también una sección extendida de los esenciales del mes; los estrenos y la programación más recomendada en canales de streaming y televisión, además de que nos echamos un clavado nostálgico hacia finales de los 80 y principios de los 90 con la tercera parte de nuestro especial de la infancia.
Termino esta carta mensual con un agradecimiento a ustedes, nuestros lectores. Gracias por haber comprado esta edición y (a quien lo haya hecho) por haberse suscrito. No les voy a mentir: no es fácil ser un medio impreso en estos tiempos y de ahí las medidas que hemos tenido que tomar. Pero aquí seguimos y seguiremos hasta que ustedes nos lo permitan. De nuevo, muchas gracias por comprar esta revista. Disfruten.