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La historia del corset
En la antigüedad clásica la vestimenta entre las mujeres era con una silueta suelta y natural, con vestidos tipo túnica. ¿Qué cambió? A partir de los siglos XIII y XIV surgió entre la burguesía la llamada moda anatómica, la cual separaba qué prendas portaban las mujeres y cuáles los hombres y así se diseñaba el cuerpo a través de la ropa.
Ahí fue cuando el género femenino empezó a ajustar la silueta, al buscar estrechar el talle y elevar el busto. ¡Entonces nació el corset moderno!
Este se popularizó en toda Europa en la época del Renacimiento, y claro, primero era una prenda casi exclusiva de las clases altas. Posteriormente, evolucionó, pero se mantuvieron con la misma estructura: corpiños armados con ballenas, por debajo o encima del busto y cerrados con cordones para apretarlos más.
Además, se usaban siempre sobre la camisa y no tenía contacto alguno con la piel, de esta forma no se tenían que lavar. Luego, llegó a la clase obrera con ciertas modificaciones para que se pudiera trabajar sin sacrificar la silueta femenina.
Pero no duraría tanto su reinado. A lo largo del siglo XVIII, surgieron las críticas en contra del corset por la incomodidad que éste generaba para la vida diaria, ¡era una tortura!
Ya que comprimía el torso, y su uso continuado suponía la reducción de la capacidad pulmonar y la presión de los órganos internos. Además, los riesgos que el corset conllevaba para la salud de la mujer, en especial la reproductiva. Incluso, el médico de la reina María Luisa de Parma, esposa de Carlos IV de España, escribió un tratado llamado “Demostración mecánica de las enfermedades que produce el uso de las cotillas (corset)” en 1784.
Tanto fue el furor que a finales de ese siglo se volvió a la sencillez en la vestimenta, en especial en las mujeres inglesas. Por lo tanto, se promovieron los vestidos camisa, es decir, el corte imperio y sin corset. Después se vivió la época dorada del corset en el siglo XIX, pero para el XX se le dijo adiós definitivamente.
Históricamente, el corset ha sido un símbolo tanto de belleza como de opresión. Además, aunque se ha usado para realzar la figura femenina, también tuvo un uso como símbolo de castidad.
Pasamos años para liberarnos del sometimiento, sí, tanto política como social y claro, de los corset. Algunos historiadores incluso dicen que no hubiera pasado una sin la otra. Sin embargo, aunque hoy en día seguimos luchando fervientemente por los derechos de las mujeres, ha llegado la nostalgia a la industria de la moda.