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Por: Agustín Llamas Mendoza Swipe

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“La primera noche, ellos se acercan y cogen una flor de nuestro jardín, y no decimos nada. La segunda noche, ya no se esconden: pisan las flores, matan a nuestro perro y no decimos nada. Hasta que un día, el más frágil de ellos, entra solo en nuestra casa, nos roba la luna y, conociendo nuestro miedo, nos arranca la voz de la garganta. Y porque no dijimos nada, ya no podemos decir nada”. Vladímir Maiakovski, poeta ruso soviético, 1893-1930.

La racionalidad política nos dice que un político siempre querrá más poder y nunca menos, así como un empresario o cualquier ciudadano, si opera en la racionalidad económica, nunca querrá menos recursos, sino que buscará siempre acumular más.  En nuestro proceso de transición, que corrió aproximadamente de finales de los años 80 hasta 2018, lo que sucedió fue que todos los actores privilegiamos nuestros propios intereses antes que pensar en la sociedad y en el bien común.

La crisis económica, de seguridad, social y sanitaria en México es resultado de años de desarticulación social e impunidad.

La crisis económica, de seguridad, social y sanitaria por la que atraviesa hoy el país es el resultado de años de desarticulación social e impunidad, con el agravante de la gestión de un gobierno inepto, autoritario y populista.

| El papel de la sociedad

Las élites se han desatendido de la cosa pública y solo han operado acumulando privilegios por medio del tráfico de influencias con el poder, a cambio de beneficios económicos. Como decía Chomski, lo que ha sucedido en nuestro país es que unos pocos han privatizado los beneficios y otros muchos han socializado las pérdidas. Pero en esta situación existen corresponsabilidades y esas se centran en toda la ciudadanía. El político inepto y corrupto o el empresario irresponsable solo han operado maximizando sus propios intereses. ¿Y qué hemos hecho como ciudadanos para contrarrestar esos apetitos? Nada. Los partidos políticos han creado una especie de oligopolio mafioso donde se protegen unos a otros y al resto social nos han hecho creer que existen diferencias de posturas y proyectos nacionales, cuando en la práctica solo operan protegiendo su propio mercado y beneficios fondeados con nuestros impuestos.

Los partidos políticos han creado una especie de oligopolio mafioso donde se protegen unos a otros.

En una democracia, el compromiso y responsabilidad de actores e instituciones es fundamental para su fortalecimiento. Al pasar de los años, desde la sociedad no se han fortalecido los valores democráticos como la justicia, la legalidad, la rendición de cuentas, la transparencia, la responsabilidad y la participación social, y ello ha contribuido a generar una clase política y empresarial con nulo interés en fortalecer una verdadera democracia sustentada en un estado de derecho. Una democracia no se puede basar exclusivamente en instituciones democráticas, también requiere de demócratas. Una democracia sin demócratas es muy débil e imperfecta y con alta probabilidad de fracasar.

| El peligro de regresar al pasado

Esto es preocupante. Si la democracia no da resultados, la posibilidad de regresar a esquemas autoritarios y cerrados es alta (no es casual la llegada del perfil del gobierno actual). Por eso son tan peligrosos los candidatos o gobernantes con criterios autoritarios y populistas en un sistema institucional tan blandengue como el nuestro. Es de alto riesgo no apurar, no acelerar nuestro proceso de reconstrucción democrática y de detener la degradación política de los últimos años. En el próximo proceso electoral, como ciudadanos, tendremos la oportunidad de rescatar nuestras instituciones. En la medida en que no se complete relativamente la regresión institucional que hoy vivimos y no evolucionemos como sociedad en términos más democráticos, el riesgo cada vez será más alto.

Si la democracia no da resultados, la posibilidad de regresar a esquemas autoritarios y cerrados es alta.

Hoy por hoy, lo que tenemos es una democracia inacabada. Si queremos formar una democracia sólida no podemos dejar que gobernantes irresponsables, populistas y autoritarios se aprovechen de las mínimas condiciones democráticas que hoy prevalecen en el sistema para imponer de manera unilateral reglas del juego y conductas autoritarias. La participación ciudadana es fundamental para proteger a la democracia. No dejemos pues, como decía Maiakovski, que sigan pisoteando nuestro jardín, nuestra casa y que se roben la esperanza de un país mejor, y con él, la luna también. AN


Agustín Llamas Mendoza

@politicabierta

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