| ¿Qué tan compleja ha sido la expansión de la compañía?
Ha sido un camino complicado, porque el 97% de las patentes que se crean en México provienen de empresas globales, de otros países, que patentan sus soluciones y productos de hardware y software para protegerse.
Sin embargo, nosotros desde un inicio hemos invertido y trabajado con los institutos de matemáticas de la UNAM y el Instituto Politécnico Nacional, y con universidades de Texas, porque nuestras soluciones se basan mucho en algoritmos matemáticos, en inteligencia. Esto nos ha permitido crear tecnología patentada que ahora excede las expectativas de nuestros clientes.
No ha sido sencillo trabajar con modelos matemáticos, porque no se puede predecir lo que va a pasar, si no se conoce la historia de lo que ha ocurrido. Ha sido un gran reto trabajar con matemáticos, que no saben nada de comunicaciones, switches y ruteadores, para desarrollar algoritmos para cada producto, solución y caso de uso. Otro reto fue integrar la parte de ingeniería a la inteligencia humana, para acercarnos a la realidad de lo que sucede dentro de los entornos tecnológicos.
Reunir tanto talento humano y hacer que trabaje sobre una misma línea y un mismo objetivo es una tarea complicada, pero esa es la diferencia que tenemos frente a empresas que solo hablan de un algoritmo, inteligencia artificial o regresiones lineales de tiempo, como los bancos, que calculan todo.
Estamos capacitados para identificar cuándo ocurrirán detrimentos en los entornos –lo que llamamos pérdidas aceptadas– y lo podemos hacer para cualquier empresa, desde un banco hasta una empresa de energía, como Colonial Pipeline, que en mayo cerró un oleoducto vital en Texas, por un ataque cibernético. Todo este tipo de downtimes afectan no solo el negocio, sino a muchísimas personas en una comunidad. Imagina que la red de un hospital tuviera interrupciones mientras un médico está practicando una cirugía a distancia…