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LA FILARMÓNICA QUE PUSO DE MODA LA MÚSICA SINFÓNICA

Desde hace 16 años, la Filarmónica de las Artes ha acercado lo mejor de la música clásica al público mexicano. Enrique Vélez es uno de los visionarios que creyó que también era posible crear un de fusión con otros géneros populares.

Por: Macario Vizcaino Swipe

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Emprender en la música no es una situación común, mucho menos, si el emprendedor en cuestión es un joven director de orquesta. Desde muy joven, Enrique Abraham Vélez Godoy, se preparó para romper esquemas en el mundo de las orquestas musicales. Un terreno poco explorado en un país donde el nicho de mercado es muy reducido y hace tanta falta un acercamiento musical de calidad hacia la población mexicana.

Al frente de la Filarmónica de las Artes (su creación), Enrique sabe que tiene una misión distinta: fusionar lo mejor de la música clásica con géneros populares.

Géneros y conceptos que, en otros años, pudieron ser ninguneados y relegados, con orquestas y otros directores que no querían interpretarlos, pero que actualmente han recobrado un nuevo valor por los aficionados y conocedores musicales. Ellos mismos que han escuchado desde los discos de vinilos la música de sus abuelos, de sus padres.


¿Cómo surge el proyecto de la Filarmónica de las artes?

Comenzó en charlas de café y fumar en la cafetería de la Escuela Superior de Música. Mis amigos y yo nos apurábamos a terminar nuestros trabajos para tener algo de tiempo e ir a sentarnos para  platicar cómo podría ser un concepto donde tuviéramos libertad creativa y musical. Todos nuestros ratos libres debatíamos sobre cómo iniciar, quién tocaba qué instrumento, cuántos seríamos y quién podría sumarse. Por mi formación, yo siempre tuve claro que mi papel era el de director de orquesta. Desde entonces, han pasado 16 años, me ha llevado la mitad de mi vida conformar y consolidar este proyecto.

¿Cuáles retos recuerdas que fueron los más significativos cuando todo comenzó?

Primeramente diría, superar mucha ,mucha, frustración musical y de vida que te transmiten los maestros en la escuela, pareciera que en lugar que quieran que te gradúes, ocurra lo contrario. Luego, aprender a conformar y visualizar la filarmónica como una empresa. Finalmente, lograr que el público se sintiera atraído por nuestro concepto y notaran que les ofrecemos algo diferente.


Vélez considera que a veces los programas de música clásica son muy densos, soporíferos, complejos, dirigidos solo a un sector poblacional.

Fue así que Enrique Vélez afinó un producto musical que fusionaba la música clásica con otros géneros, como el rock, la salsa, la música disco, tropical, el bolero, la música vernácula mexicana. Curiosamente, era un mercado que no había sido explorado. ¿El gran acierto?, ser los pioneros y atreverse a compartir la música desde otra óptica y más abierta a cualquier oído.


Poner de moda la música sinfónica

Hoy la Filarmónica de las Artes es una empresa constituida legalmente y  también una marca registrada. De acuerdo con Vélez, la frase insignia es la siguiente: “la filarmónica que puso de moda la música sinfónica”.

Vélez recuerda que la primera orquesta estuvo conformada por amigos muy jóvenes, cuya edad oscilaba entre los 17 y 25 años. Les prestaban la sala Blas Galindo, “pero solo nos veían a ver las mamás de los músicos”. Hasta que la puerta se abrió desde El Teatro de la Ciudad.

“Éramos unos chavitos, no teníamos experiencia, estábamos muy nerviosos con la recepción de la gente, nos dio mucho ánimo que de repente se empezó a llenar el lugar y la gente llegó muy animada. Recuerdo mucho el momento del primer encore y el sonido de los aplausos. Ese arranque fue fundamental para seguir de adelante”.

Vino después El Cascanueces, en el Lago de Chapultepec, El Monumento a la Revolución, donde hubo una asistencia de 10,00 personas.  Luego, el teatro Ángela Peralta y posteriormente la sede donde actualmente tienen base, el Centro Universitario Cultural, una sala que tiene muy buena acústica y visivilidad.


Ser empresario

Enrique Vélez reconoce que el camino como empresario en la cultura no ha sido fácil, sobre todo de que éste es un negocio que vive y sobrevive de la venta de boletos. “He tenido que aprender de marketing, de administración de empresas, redes sociales, relaciones públicas, liderazgo, talento humano, pero afortunadamente hoy tengo un equipo de profesionales. Hay mucho trabajo detrás del último aplauso final”.

¿Cuál sería la parte más retadora de ser director de orquesta y empresario?

Yo creo que vender boletos, hay que picar mucha piedra todavía. De la taquilla y las fechas por vender salen todos los sueldos.  También hemos tenido que cambiar de sedes varias veces. Creo que en este negocio, como muchos otros, existen envidias y eso nos afecta en que nos pueden poner trabas para fechas o encontrar lugares sede. A veces uno hasta tiene que poner de su bolsa, pero al final, uno aprende poco a poco lo que más funciona y lo que más le gusta escuchar a la gente.


Vélez ya trabaja en afinar un esquema con patrocinios, donde, incluso, es posible realizar giras por el interior de la república. Destaca su frase favorita de Eleonor Roosevelt: “El futuro pertenece a quienes creen en la belleza de sus sueños”

Finalmente, comparte lo que le ha dado la música. “Juan Gabriel dijo, “gracias a la música no soy un desgraciado”, y me gusta esa frase. Afortundamente escogí vivir de la música, sin ella no sé qué sería de mí, he tenido momentos de duda sobre si vamos por el camino correcto y hasta se vale deprimirse. Actualmente vivo una nueva etapa con la filarmónica, y soy muy muy feliz haciendo esto. No sé hasta cuándo, pero hoy, soy feliz. Si logramos hacer que la gente se olvide por dos horas de sus broncas, entonces sí diría, misión cumplida”.

 

 

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