Vaya que el inicio del primer mes del año estuvo “movidito”, por decir lo menos. Un Ómicron que mostró su fortaleza, generando desde principios de enero rompimientos diarios en cuanto a récords de contagios. La velocidad en la duplicación de las cifras fue impresionante. Espero que para cuando leas estas líneas ese fenómeno haya disminuido y que la intensidad en su caída sea exactamente proporcional.
Junto con pegado, aparecieron decenas de miles de cancelaciones de vuelos y de otras actividades productivas por la falta de personal para cumplir con las demandas de los distintos mercados. Pero, y por si fuera poco, muy temprano nos despertamos con la noticia de que Citigroup pondría a la venta la marca, licencia y todo el negocio minorista, incluyendo consumo (como tarjetas de crédito), hipotecas, su Afore, carteras de nómina, red de sucursales, seguros y hasta inmuebles históricos.
La propia directora general de Citigroup, Jane Fraser, a quien hace un par de años tuve oportunidad de entrevistar para Alto Nivel, y que, por cierto, es una directiva brillante, confirmó a los analistas que el proceso de venta de Banamex comenzará en primavera y consideró que el banco es “una joya para alguien” y que “no era para nosotros”.
Personalmente he estado en el mundo periodístico de negocios y finanzas por más de 30 años, y no recuerdo una decisión tan sorpresiva, y le explico por qué. Banamex es una de las instituciones financieras más importantes del mercado mexicano, con un arraigo y posicionamiento de marca extraordinario. Eso sin considerar los aspectos económicos y generadores de utilidades y/o dividendos para los accionistas.
Banco Nacional de México (Banamex) nació en 1884. Después de grandes momentos históricos del país, la nacionalización de la Banca y otros “pormenores”, en 1991 se constituyó como Grupo Financiero Banamex-Accival, después de haberse adjudicado a Casa de Bolsa Acciones y Valores. Diez años después, en 2001, Grupo Financiero Banamex-Accival se vende a Citigroup por 12.5 mil millones de dólares. Desde aquel entonces sus nuevos dueños pretendían que el nombre fuera Citi como en otros países donde tenían presencia.
Pero era tan fuerte el nombre, imagen y percepción de Banamex ante los usuarios y el mercado financiero, en general, que optaron por dejarlo. No fue sino hasta el 2016, cuando Banamex cambia a Citibanamex, pero incluso y como se aprecia se mantiene Banamex.
Es importante señalar que durante la crisis económica de 2008 y 2009, la situación de Citigroup en Estados Unidos era muy apremiante, y sus operaciones en México a través de Banamex jugaron un papel preponderante en cuanto a obtención de liquidez. Así que coincido con Jane Fraser en que Banamex es una joya.
Salvo que esté dejando de serlo o que en el horizonte nacional se vislumbren situaciones hoy poco conocidas.
Lo cierto es que “ese Banco Nacional de México o ese Citibanamex” pronto serán parte de otros dueños. Aunque la venta no parece sencilla, más aún cuando los analistas estiman que el valor de Banamex podría estar entre los 13.5 mil millones de dólares y los 15 mil millones de dólares.
Además de los dineros, la gran pregunta es si las condiciones actuales son las propicias para realizar una inversión de tal naturaleza. Obvio que en los negocios nunca existe una total seguridad, pero entre más factores a favor, menor incertidumbre. Y hoy esta última está muy presente.
En fin, ya veremos qué sucede en los próximos meses. Por mientras te presentamos en esta edición un par de reportajes que, seguros estamos, serán de tu interés. Uno sobre seguridad y otro sobre ciberseguridad. Vaya que estos temas son delicados y bien merecen un S.O.S.