AN • ¿Cuál es la principal preocupación que enfrentan los líderes empresariales en materia de ciberseguridad?
El ransomware, que generalmente conlleva que se paren operaciones. El tiempo de recuperación de un ciberataque dependerá de qué tan preparada está la organización para hacerle frente. Ese tiempo puede llegar a ser muchas semanas y, por supuesto, implica pérdidas muy grandes, como daño a la imagen y a la reputación.
Las principales entradas para este tipo de ataque son: los accesos remotos de redes virtuales privadas no protegidos adecuadamente (en especial, no contar con doble factor de autenticación para ingresar a la red); la explotación de vulnerabilidades en los firewalls, que ocurren por la falta de actualización de parches de seguridad de los sistemas; y el ataque sobre las personas que se hace mediante phishing e ingeniería social, para robar credenciales de acceso o lograr que se descarguen y ejecuten archivos con software malicioso.
Uno de los miedos más grandes de los líderes de empresas es, precisamente, que no pare la operación en empresas industriales, como manufactura, minería o energía. Antes ocurrían más ciberataques en oficinas administrativas, pero ahora están aumentando los ataques en industrias que tienen sistemas OT (Operational Technology), como empresas de ferrocarriles, plantas nucleares, de tratamiento de agua, etcétera. En estas instalaciones hay que mejorar mucho la protección, porque la operación es 7×24 y no cuentan con expertos en seguridad informática.
AN • Por último, Paula, ¿cómo pueden las empresas detectar un ciberataque y qué deben hacer?
Para comenzar, las empresas deben tener programas que incluyan la capacidad de detección temprana e inteligencia para poder adelantarse a un ciberdelito, pero eso no es así en muchísimos casos. Generalmente, las organizaciones se enteran de que fueron víctimas mucho más tarde. Algunas pueden tardar meses, y mientras tanto el enemigo está dentro de la red, moviéndose y estudiando qué información extraer o qué golpe dar (dependiendo del tipo de ataque).
Adicionalmente, las organizaciones deben tener planes de respuesta a incidentes, que implican playbooks de cómo responder diferentes escenarios, así como un plan de crisis que debe incluir aspectos de comunicación interna y externa. La idea es contener los ataques y minimizar el daño. Y, como última capa, existe lo que llamamos el plan de continuidad, que sirve para restablecer los sistemas y datos.
El desafío es que muchas organizaciones no cuentan con estos planes o solo los tienen por cumplir, pero no necesariamente son efectivos al momento de ejecutarse, o se encuentran muy desactualizados. AN