
Perspectivas para la economía mexicana en la segunda mitad de 2025
La economía mexicana avanza sin crecimiento, con tasas de interés a la baja y una inversión extranjera en pausa ante la revisión del T-MEC.
Por: Omar TaboadaContinua en la historia

Omar Taboada
Director de Análisis de Inversiones de Banamex y Head de Investment Lab

| Mucha incertidumbre
El 2025 está resultando ser un año en el que la economía mexicana camina por una cuerda floja: no cae, pero tampoco avanza. La incertidumbre global, las decisiones políticas en Estados Unidos y la cautela de los inversionistas han creado un entorno en el cual los pronósticos optimistas se han ido desvaneciendo. Ya no se trata de si creceremos más o menos; la pregunta que nos hacemos ahora es si habrá crecimiento en lo absoluto.
El primer semestre estuvo marcado por una elevada volatilidad en los mercados financieros, impulsada en gran medida por factores externos. A pesar de las sorpresas —como el anuncio de aranceles por parte del presidente Donald Trump—, los mercados han mostrado una resiliencia creciente. La reacción a eventos que antes habrían desatado caídas abruptas ha sido más moderada. Esta evolución sugiere que los inversionistas comienzan a leer estas señales con mayor reserva, lo cual podría traducirse en una segunda mitad del año menos volátil, aunque no exenta de sobresaltos.
En el caso particular de México, el panorama económico no es alentador. Las previsiones de Banamex, que desde finales del año pasado anticipaban un crecimiento muy por debajo del consenso, se han mantenido firmes: el Producto Interno Bruto (PIB) difícilmente crecerá este año. Nuestra expectativa es de un crecimiento nulo o marginal, en el mejor de los casos. Esto se debe, entre otras cosas, al freno de la inversión extranjera directa derivado de la próxima revisión del T-MEC. La incertidumbre respecto a las reglas del juego ha llevado a muchos

| La confianza del consumidor a la baja
El consumo interno también muestra señales de debilitamiento. La confianza del consumidor ha disminuido y sectores clave, como la construcción, atraviesan una etapa particularmente complicada. El gasto público, por su parte, está enfocado en programas sociales y en el cumplimiento de obligaciones financieras, como el pago de deuda, lo que reduce el margen del gobierno federal para impulsar nuevos proyectos de infraestructura. En este contexto, el papel de la inversión privada se vuelve más relevante que nunca, pero también más incierto.
Uno de los factores que más atención ha generado en los últimos meses es el tipo de cambio. Hemos observado una apreciación del peso frente al dólar, alcanzando niveles por debajo de los 19.50 pesos por dólar. Sin embargo, esta apreciación no obedece a un cambio estructural en la economía mexicana, sino a una tendencia global de debilitamiento del dólar. En ese sentido, no esperamos que estos niveles se mantengan. A medida que el Banco de México (Banxico) continúe con su ciclo de recortes en la tasa de interés —nuestra previsión es que cierre el año en 7%—, el tipo de cambio debería depreciarse de nuevo, posiblemente regresando a niveles de los 20 pesos por dólar o incluso superiores.

| Otras variables con problemas
En cuanto a la inflación, la más reciente lectura mostró un aumento inesperado en los precios de alimentos y verduras, lo que ha generado dudas sobre si este repunte es estacional o una señal de un nuevo ciclo inflacionario. Este factor será determinante para el ritmo con el que Banxico pueda seguir reduciendo las tasas de interés. En cualquier caso, tanto en México como en Estados Unidos se espera que la tendencia general de tasas a la baja continúe en lo que resta del año.
El empleo también refleja la debilidad de la economía. No se han generado suficientes nuevos puestos de trabajo formales, y el entorno de incertidumbre —especialmente por la discusión sobre la reducción de la jornada laboral a 40 horas y la propuesta de dos días de descanso— ha llevado a los empresarios a actuar con mayor cautela.
Finalmente, aunque no esperamos sorpresas mayúsculas desde el frente interno, el contexto internacional sigue siendo un factor de riesgo. Un endurecimiento de la política comercial estadounidense o nuevas fricciones globales podrían alterar los flujos de inversión y afectar la estabilidad financiera de México. Además, la posible renegociación del T-MEC genera dudas adicionales. Si bien fue un acuerdo firmado entre el mismo Trump y el ex presidente López Obrador, los temas emergentes, como inteligencia artificial o cadenas de suministro tecnológicas, exigen actualizaciones que podrían complicar el proceso.
En resumen, el escenario para la economía mexicana en la segunda mitad de 2025 estará marcado por la cautela. Las condiciones externas e internas no permiten prever una recuperación significativa en el corto plazo, pero tampoco se vislumbra un deterioro abrupto. El reto será navegar esta etapa con claridad, disciplina y visión de largo plazo. AN