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Opinión

Los grandes olvidados: nuestros riñones

Por: Marisol Robles Swipe

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No importa cuándo leas esta columna; las cosas no habrán cambiado. Para nosotros, quienes somos pacientes con enfermedad renal, el acceso a un tratamiento digno, a medicamentos y a todo aquello que nos mantiene con vida, cada vez más se vuelve un privilegio, cuando tendría que ser nuestro derecho.

Una vez que nuestros riñones comienzan a fallar, empezamos un camino donde andamos con las manos extendidas, porque vamos a tientas, guiándonos los unos a los otros. Me gustaría decirte, querido lector, que esta es una realidad que no te alcanzará. Sin embargo, las estadísticas no te excluyen de la ecuación: una de cada 10 personas que están leyendo estas líneas tendrá una falla renal en algún momento de su vida.

Si bien la insuficiencia renal se ha asociado a enfermedades como hipertensión arterial, diabetes y lupus, el panorama ha ido cambiando. Cada vez hay más gente diagnosticada a edades tempranas y sin saber la causa. Nos juega en contra que el avance del daño renal es silencioso. Los riñones no duelen para avisar que han dejado de funcionar.

Si a esta situación se le suma la ausencia de un Registro Nacional de Personas con Enfermedades Renales –un gran pendiente que tenemos como país–, vamos navegando sin rumbo, intuyendo por dónde ir para llegar a buen destino. Pero, ¿qué es un buen destino? Uno en el que nos enfoquemos en la prevención; en educar para que desde los primeros años sepamos todas las funciones que realizan nuestros riñones y aprendamos cómo cuidarlos. Uno que nos permita conocer las siete reglas de oro para proteger nuestros riñones:

1 / Mantenerse en forma y activo

2 / Mantener un control regular de los niveles de glucosa en sangre

3 / Monitorear la presión arterial

4 / Comer saludablemente y mantener el peso bajo control

5 / Mantener una ingesta de líquidos saludables

6 / No fumar

7 / No automedicarse

Un buen destino es aquel que nos permita saber cuántas personas padecemos enfermedad renal, porque esto nos dará las herramientas para diseñar políticas de salud pública mediante las cuales seamos contemplados, vistos y, de esta forma, podamos tener acceso a programas y presupuestos que consideren lo mínimo que necesitamos para tener calidad de vida.

De acuerdo con datos de la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2018, 14.4% de los adultos mayores de 20 años en México vivían con diabetes, y 34.4% de ellos habían sido diagnosticados también con Enfermedad Renal Crónica.

Se calcula que 90% de los enfermos renales no están diagnosticados y la gran mayoría descubre que tiene esta enfermedad en una etapa avanzada, cuando la función renal se han deteriorado hasta en 70%.

En la Fundación Mario Robles Ossio creemos que el conocimiento hace la diferencia, por lo que el 10 de marzo pasado celebramos el Día Mundial del Riñón con el lema: “Cerremos la brecha del conocimiento para una mejor atención de la enfermedad renal”. Todos los días trabajamos para que nuestra voz sea escuchada; para que cada vez seamos menos las personas que llegamos al diagnóstico en etapa avanzada; para que tengamos mejores opciones de tratamiento y sepamos bien a qué tenemos derecho y a dónde acudir para pedir lo que nos hace falta.

Estamos ante una epidemia que va sumando más riñones dañados y tenemos que tomar medidas desde diferentes trincheras: desde saber cómo cuidarnos, hasta sensibilizar a quienes toman las decisiones sobre la salud renal. Por eso, hace dos años firmamos la Alianza por la Salud Renal, iniciativa mediante la cual todos los involucrados en el tema renal decidimos tomar acción para volvernos visibles, para que los números de pacientes no sigan creciendo y para que la función vital que hacen nuestros riñones no se olvide y se privilegie su cuidado. AN

 

Por Marisol Robles

Presidenta de la fundación Mario Robles Ossio

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