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COVID-19 y pobreza

Por: Laura Iturbide Galindo Swipe

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Pese a la recuperación de la economía mexicana en 2021 y del mercado laboral, el aumento de la pobreza y de la pobreza extrema no podrá ser revertido a niveles prepandémicos en el corto plazo. Primero, porque el incremento en estos indicadores fue considerable y, segundo, porque los avances en el ritmo económico serán menores en los próximos años.

Asimismo, el gobierno prácticamente no instrumentó programas especiales y adicionales de transferencias para mitigar los efectos adversos sobre el ingreso y el empleo durante la pandemia COVID-19, a los ya previamente anunciados en su política social.

El crecimiento económico es la condición necesaria para reducir la pobreza, si bien no es suficiente. Por lo que, además de la imperiosidad de crecer, este crecimiento debe ser complementado con otras medidas redistributivas.

Pese a la recuperación de la economía mexicana en 2021 y del mercado laboral, el aumento de la pobreza y de la pobreza extrema no podrá ser revertido a niveles prepandémicos en el corto plazo.

Desde luego, la rapidez con que el crecimiento reduce la pobreza está condicionada por la situación de la distribución del ingreso, lo cual en el país muestra alta concentración (el índice de Gini fue de 0.468 en 2020). Por lo que resulta evidente que el esfuerzo por paliar la pobreza ha de ser mucho más vigoroso, que atenernos a programas de transferencias asistencialistas.

| Más nuevos pobres

Los números son reveladores, ya que, de acuerdo al INEGI, el número de personas en situación de pobreza, entre 2018 y 2020, pasó de 51.9 a 55.7 millones de personas, de las cuales casi 20 millones son menores de 18 años. Esto es, 3.8 millones de nuevos pobres en tres años y 10.8 millones en pobreza extrema (de 8.7 iniciales), de los cuales casi la mitad son menores de edad.

De igual manera, los rezagos señalados por el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL) en su medición de pobreza multidimensional no son menos alarmantes. Los mexicanos con carencias en servicios de salud pasaron del 16.2 al 28.2% en el mismo lapso. Esto significa que, mientras en 2018 había 20.1 millones de personas con esta privación, en 2020 totalizaron 35.7 millones; es decir, hay poco más de 15 millones sin acceso a ese satisfactor básico.

El número de personas en situación de pobreza, entre 2018 y 2020, pasó de 51.9 a 55.7 millones de personas, de las cuales casi 20 millones son menores de 18 años.

Actualmente, a pesar de que el empleo ya regresó a los niveles de prepandemia, los ingresos de los trabajadores no han avanzado al mismo ritmo. Dos de cada tres trabajadores ganan menos de dos salarios mínimos.

Al cuarto trimestre del año pasado, 40.3% (de 40.7%, en el tercer trimestre) de la población no pudo adquirir la canasta básica con los ingresos laborales de su hogar. Las remesas, transferencias o el acceso a programas sociales han sido importantes para que estas familias lograran alimentarse. Las personas en informalidad —seis de cada diez trabajadores en el país— y las mujeres han sido las más afectadas.

| El fantasma de la inflación

Aún más, se puede decir que, a pesar de una baja en 0.4 puntos en la pobreza laboral, la inflación ha mermado el poder adquisitivo de los trabajadores. De hecho, en la primera quincena de febrero el Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC) registró su primer incremento, luego de cuatro quincenas consecutivas a la baja.

La inflación “retomó fuerza” y se ubicó en 7.22%, a tasa anual. Este rompimiento de tendencia no se esperaba y ahora, con la invasión de Rusia a Ucrania, el indicador se presionará aún más; incluso, las disrupciones por el lado de la oferta podrían no irse alejando, como se esperaba.

La inflación “retomó fuerza” y se ubicó en 7.22%, a tasa anual. Este rompimiento de tendencia no se esperaba y ahora, con la invasión de Rusia a Ucrania, el indicador se presionará aún más.

Si la inflación tarda más en ceder, la erosión sobre el salario será aún más pronunciada, habrá mayor aceleración en el ritmo de elevación de tasas de interés, lo que implicará mayores episodios de volatilidad y un traspaso del tipo de cambio a los precios. Esto precarizará la situación de las personas a las que ya la pandemia había afectado y quizás otras más se volverán vulnerables.

Mientras no se dote de capital físico y humano a los pobres, será mucho más difícil lograr que estos superen dicha condición. Los paliativos son eso, solo paliativos. AN

 

Por Laura Iturbide Galindo @IDEA_Anahuac

Correo: [email protected]

 

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