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AGRICULTURA Y GANADERÍA INTELIGENTE PARA UN SISTEMA ALIMENTARIO SOSTENIBLE

Stephanie Conejo Vieyra creó ANNIT, una startup que ayuda a los pequeños productores a tener un ingreso fijo, escalable y sostenible basado en la shared production para cárnicos smatfood.

Por: Marisol García Fuentes Swipe

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En México nueve de cada 10 habitantes de las zonas rurales viven en pobreza y casi dos terceras partes (62%) en situación de pobreza extrema, según datos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal). En su búsqueda por encontrar una solución para realmente impactar positivamente a los pequeños productores y a la vez cuidar al planeta, la guanajuatense Stephanie Conejo Vieyra creó ANNIT.

Se trata de una startup que integra la Inteligencia Artificial (IA), el Internet de las Cosas (IoT), el Data Science y la biotransformación nutrimental para hacer más eficientes las producciones cárnicas, generando alimentos funcionales y disminuyendo el impacto ambiental de la ganadería, en un modelo de economía social.

“Estamos haciendo la reconversión del sistema alimentario a uno más sostenible para integrar a los pequeños productores a una cadena de valor, tener un alimento saludable, que disminuya el impacto ambiental y, sobre todo, aumente las oportunidades de aquellos productores que han sido desplazados”, explica Stephanie.


Un modelo share production

El problema es que los agricultores dependen de factores externos como el clima o las condiciones del suelo, elevación de costos en agroquímicos y cereales; no cuentan con un pago digno por lo que producen ni tienen acceso a tecnología o infraestructura, lo que va mermando su rentabilidad. Además, el sistema de la producción masificada de alimentos los va desplazando, con lo que la única opción que les queda es migrar fuera de México.

La alternativa que encontró la emprendedora es trabajar bajo el modelo de share production, en el que se generan mejores condiciones y oportunidades para las comunidades. “Producimos en espacios que no son nuestros, con capital humano que genera sus propios ingresos, innovando en sectores no atendidos, creando nuevas oportunidades de desarrollo para los pequeños productores y beneficiando la nutrición del consumidor”, explica Stephanie.

El modelo consiste en proporciona a los pequeños productores la tecnología y toda la logística para que ellos produzcan; una vez que ellos lo hacen, ANNIT acerca el producto al canal de venta, pagando al productor un precio justo y superior al comercial, generando así oportunidades para que puedan seguir reinvirtiendo y creciendo.

 


ANNITA, la asistente inteligente

La columna vertebral de la startup es la integración de la tecnología para dar seguimiento al proceso de producción y a garantizar la calidad de los productos. Para entregarla a los productores se desarrolló ANNITA, una plataforma digital y asistente inteligente con la que se comunican los productores a través de su celular y que se basa en cinco pilares.

  1. Sistema de monitoreo IoT. Monitorea las producciones, predice comportamientos y alerta al personal de ANNIT de riesgos en el cuidado de los animales.
  2. Soporte inteligente a los productores. Da seguimiento automático a través de un chatbot de WhatsApp que responde a preguntas sobre los diferentes aspectos del proceso de producción. De manera automática detecta variaciones o riesgos en los procesos de cuidado, alimentación y bienestar para alertar de los productores y establecer estrategias de mitigación o corrección.
  3. Aprendizaje de Inteligencia Artificial. Aprende sobre los comportamientos de las producciones y familias y su relación e impacto en la salud, bienestar y calidad de los animales. Genera correlaciones entre el trabajo de los productores, las condiciones ambientales de crecimiento, las prácticas de inocuidad y cuidado y la calidad cárnica final.
  4. Logística de insumos y de operación. Establece rutas bajo la perspectiva de “just in time” sobre la logística de insumos y distribución de productos final. Procesa pedidos y requerimientos del cliente y ayuda en la selección de regiones y familias.
  5. Modelos de biotransformación nutrimental. Con este se asegura la calidad de los alimentos. “Es un concepto que nosotros desarrollamos y que nos ayuda a darle los nutrientes necesarios a los animales, en este caso a los pollos, para que crezcan sin usar antibióticos ni aceleradores”, dice la emprendedora. Así se logra un smartfood o alimento funcional, con impacto en la nutrición del consumidor ya que la carne cuenta con Omega 3 y características organolépticas superiores a las del mercado.

Entender el problema

“Desde que estaba en la carrera quería emprender, comenzar desde cero y construir algo propio. La investigación y el tema nutricional siempre me llamó la atención”, relata la emprendedora. “Comencé con pruebas para pacientes de nutrición enteral en algunos hospitales y me tocó reconfigurar la dieta para bajar los niveles de sodio a la proteína para que los pacientes realmente pudieran aprovecharla”.

Pero la idea del negocio realmente surgió cuando Stephanie se mudó a una comunidad rural en Guanajuato en la que vivió 10 años y donde se percató de malas prácticas agropecuarias y las oportunidades que podrían generarse para los pequeños productores.

“Decidí que no quería darle a mi familia esa carne y comencé a hacer pruebas de implementación de un alimento natural que no tuvieran antibióticos ni aceleradores de crecimiento”. Entonces notó el cambio organoléptico de la carne tanto en el sabor, como en su color. “Fue cuando me di cuenta de que en la reconfiguración de la dieta de los animales y en mejorar las prácticas agrícolas era donde se encontraba la oportunidad”.

 


Construir tu propio sueño

“Yo tenía la idea de que tenía que trabajar para poder emprender porque debía tener primero mi guardadito”, dice Stephanie. Conseguir trabajo fue muy complicado, pero logró ser aceptada en una empresa de lácteos. En su primer día de trabajo el dueño le contó que en cinco años había pasado de operar en la estufa de su casa a manejar maquinaria de millones de dólares. Entonces se percató de que eran más las barreras mentales que un tema económico lo que le impedían comenzar su sueño. “No le voy a estar cumpliendo los sueños a alguien más, porque prácticamente estoy perdiendo el tiempo si no lo comienzo a hacerlo ya”, determinó.

Así renunció a su trabajo y le contó la decisión a su abuelito. Fue él la primera persona que creyó en su proyecto, incluso, hipotecó su casa y le dio el dinero para que empezara la empresa. Con una inversión de aproximadamente 700,000 pesos, en 2019 Stephanie instaló una granja experimental con 6,000 pollos, tres unidades de producción, un pequeño rastro y una camioneta para hacer las entregas.

“Fue demasiado arriesgado”, reconoce, pero el modelo le permitió validar las dietas sin los aceleradores de crecimiento, la producción en vertical farming y engorda de los pollos. También reconocer dónde se encontraba la utilidad y qué procesos debían tercerizarse.


Hacer una reingeniería a su modelo

En 2019 Stephanie ganó el Premio Estatal de la Juventud y un año después logró levantar capital de un inversionista ángel. También hizo un análisis del mercado en Estados Unidos, Colombia, Ecuador, Guanajuato, Riviera Maya y Yucatán.

Cuando ya tenía producción y ventas llegó la pandemia. “Se vino abajo todo el modelo. Entonces nos dimos cuenta de que no podíamos seguir el mismo modelo de masificación de los alimentos, en donde había contaminación cruzada, más riesgos de pérdidas e inclusive la contaminación se intensifica”. Fue cuando optaron por el modelo de share production, más sostenible y que integra a los pequeños productores, en su mayoría mujeres.

Con ANNIT el tiempo de producción se incrementa de cuatro a siete y ocho semanas, sin embargo, el trabajo que deben realizar los productores es menor porque se automatizan los comederos, los sistemas de alimentación, de ventilación, entre otros.


Inclusión financiera y transferencia de conocimiento

En 2021 la Unesco reconoció a ANNIT como una de las 100 iniciativas en todo el mundo que están aportando para lograr los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) con soluciones basadas en inteligencia artificial. Actualmente la startup está por cerrar su primera ronda de capital por un millón de dólares y empezó a trabajar con 30 comunidades en Guanajuato, quienes “van a aumentar su ingreso un 100% prácticamente”, sostiene la emprendedora.

Las comunidades serán incluidas en un mercado de valor con tecnología e infraestructura de calidad y se les hará transferencia de conocimientos para que mejoren en temas financieros, logísticos y adopten buenas prácticas. Gracias a la startup los pequeños productores, que en su mayoría no tienen más de cinco cabezas de ganado, ni están dados de alta ante el SAT se formalizan y logran acceder a un crédito. Los interesados al menos deben tener 40 metros cuadrados para instalar su unidad productiva, acceso a agua, luz y saber manejar un celular.

“Cuando comienzan a producir, después de las siete semanas hacen su venta y de esta, un porcentaje es para el pago de su microfinanciamiento, otra parte es su ganancia (aproximadamente 20,000 pesos cada dos meses) y otro tanto es para pagar el segundo ciclo para que vuelvan a producir”, explica Stephanie.

El siguiente paso para ANNIT es probar su modelo en Yucatán y luego en Riviera Maya, donde los consumidores están abiertos a paga por un alimento de mejor calidad. También explorarán concretar algún contrato con gobiernos y restaurantes. En 2024 empezarían su expansión a Latinoamérica.

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