Los diversos sucesos que se han presentado a nivel mundial, desde la pandemia hasta fechas recientes, fueron suficientes para que la relocalización de las cadenas de producción, mejor conocida como nearshoring, diera a México otra oportunidad –sí, otra más‒ para convertirlo en un país con verdadero crecimiento económico.
Si nuestros gobernantes actúan a la altura y muchos empresarios en consecuencia, pronto podremos ver una nación con menos pobres y menores desigualdades sociales. Los alcances del nearshoring no serán inmediatos, ni similares geográficamente hablando, pero si se hacen bien las cosas y la riqueza generada se traduce en bienes productivos, infraestructura y capacitación de mano de obra, descubriremos pronto un nuevo país.
Si, por el contrario, se establecen condiciones adversas para la recepción de nuevas inversiones o trabas para el establecimiento en nuestra tierra de poderosas manufactureras, la oportunidad será simplemente otro “sueño guajiro”. De igual forma, si los nuevos recursos o impuestos generados se centran en programas de asistencia social, el despegue de la economía tampoco será fructífero.
Incluso, si los empresarios establecidos en las zonas con mayor potencial para el nearshoring se oponen a esta tendencia, para evitar competencia o que esta presione los sueldos y salarios en estas plazas, lejos estaremos de lograr el impacto que miles de mexicanos requieren para tener una vida mejor.
La relevancia de la relocalización de las cadenas de producción provenientes de Asia, principalmente de China, podría ser el punto de partida para que México se posicione como una de las 10 economías más grandes del mundo en los próximos 25 o 30 años, y se convierta de manera real y tangible en un país de clases medias.
Y no es un deseo o ilusión, sino una gran oportunidad. El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) ha señalado que México podría ser el mayor beneficiado por el nearshoring en la región, con un potencial para obtener hasta 35,300 millones de dólares (mdd) al año, gracias a la exportación de bienes. Esto representa casi la mitad de los 78,000 mdd anuales que lograría generar América Latina y el Caribe con la misma estrategia.
Por su enorme jerarquía e interés, te presentamos en páginas interiores un interesante reportaje acerca del nearshoring. De igual forma, podrás leer una entrevista exclusiva con Cecilia Montaño, socia líder de Comercio Exterior y Aduanas en Deloitte Spanish Latin America.
La directiva sostiene, entre otras cosas, que el tema de los aranceles es muy relevante. Las empresas están eligiendo a México, de entre otros países, debido a los beneficios del T-MEC. Por ejemplo, con procedimientos aduaneros más fáciles y sencillos se ha simplificado la importación, exportación y tránsito de mercancías. Esto, sin duda, ayuda a disminuir los costos de las cadenas logísticas.
Los beneficios no solo serán para las nuevas organizaciones que se establezcan en México, sino para las ya existentes. Tampoco se limitan a las consideradas grandes empresas, pues las micro, pequeñas y medianas empresas (mipymes) podrán formar parte del proceso productivo o de la generación de servicios.
Por esta razón, también te invitamos a leer un reportaje sobre el papel que juegan estos entes sociales al participar en el desarrollo de los corporativos y del país en general. No en vano el motor de la economía en México son las mipymes, las cuales generan más del 72% de los empleos en México y representan más del 52% del PIB.
Para cerrar con broche de oro esta edición, no puedes perderte la entrevista que, en exclusiva, nos otorgó Raúl Quintana Cortina, vicepresidente senior de Bodega Aurrera, organización que este año está cumpliendo 65 años en México. Con sus más de 2,300 tiendas en el territorio nacional, cobijadas por Mamá Lucha, esta empresa ha sabido conquistar a millones de consumidores y apoyar el desarrollo de 40,000 proveedores que han prosperado bajo el abrigo de Walmart México y Centroamérica.