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STARTUP POP Y LOS MOTIVOS DEL EMPRENDIMIENTO

El emprendimiento se ha vuelto parte de la cultura pop, pero no debemos olvidar la principal motivación de arrancar una empresa.

Por: Mario Romero Swipe

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Los emprendedores no son los nuevos rockstars, son los nuevos popstars. Bueno, al menos un sector de ellos. Las caras más mediáticas del emprendimiento, nacional e internacional están en las portadas de revistas, en anuncios espectaculares, protagonizando reality shows o hasta compartiendo contenido para sus miles de seguidores en Tik Tok.

Hoy en día el emprendimiento se ha vuelto parte de la cultura pop. No es que antes no se pusiera atención a historias emprendedoras. Todos los años podemos ver la lista de ‘Las películas que todo emprendedor tiene que ver’. Y aunque la mayoría de ellas son muy buenas, la realidad es que son más biográficas o no cuentan historias recientes.


También la televisión ha tenido su dosis emprendedora con varias series que han sido muy atractivas. Por ejemplo, Empire (FOX), Succession (HBO) o Billions (Showtime), que hablan de negocios y presentan un toque de espíritu emprendedor, pero realmente se enfocan mucho más en el drama familiar. O reality shows sobre emprendimiento como Shark Tank (ABC), Unicorn Hunters (Amazon Prime) o El Socio (CNBC), que están muy lejos de la realidad de lo que se vive al emprender.

Sin embargo, este año, como parte de las streaming-wars, se dio un boom de series non-fiction sobre el mundo de las startups. Al menos al día de hoy podemos ver tre series que presentan historias de actualidad, en donde los founders de startups muy reconocidas, con valuaciones multimillonarias, son los personajes principales.


Estos founders se han convertido en modelos a seguir para una nueva generación de emprendedores. Casi en una suerte de gurús. Pero las series se han enfocado no sólo en el éxito, sino en los escándalos sobre los cuales se han construido “grandes historias de éxito”.

Estas series son las de WeCrashed que presenta la historia de WeWork, la serie de The Dropout que habla de lo que fue la historia de Theranos y por último la serie SuperPumped es la historia de Uber. Todas empresas unicornios cuyos nombres estuvieron (y siguen estando) en titulares de todos los medios.


Aunque celebro que exista más contenido sobre emprendimiento, en un formato mainstream, y sobre todo de actualidad, me parece que estas series se enfocaron mucho más en el escándalo del mundo de las startups que en el valor que están generando al rededor del mundo. Valor no sólo económico sino también social.

Pareciera que la motivación de arrancar una empresa es la fama y una asombrosa valuación, pero esa, definitivamente, no puede ser la meta final. Abordar el emprendimiento como búsqueda de los reflectores es un riesgo importante. Hoy vemos cómo ese mundo de unicornios empieza a derrumbarse.


La profesionalización es clave

Antes de pensar en levantar capital, en acercarse a los fondos de inversión y en aparecer en las portadas de las revistas, es necesario enfocarse en otras cuestiones quizás menos populares. Aunque pudiera parecer una obviedad, los emprendedores deben tener un producto que la gente quiera, dominar los básicos de la empresa y construir desde ahí para poder desarrollar un emprendimiento sólido.

Es cierto que no existe una fórmula mágica para emprender y llegar sin fricciones a las grandes ligas, pero sí hay una serie de factores que, indudablemente, podrían elevar las expectativas de crecimiento de una compañía. El reconocimiento llegará después, siempre y cuando las cosas se hagan bien desde el principio.

Me refiero a que el emprendedor está obligado a conocer su industria como la palma de su mano, pero también a adquirir conocimientos financieros, legales, tributarios y burocráticos, así como rodearse del mejor talento disponible.


Startpop: la importancia del ecosistema

La profesionalización es un esfuerzo tanto individual cómo colectivo. Por una parte, los emprendedores necesitan adquirir conocimientos específicos, acercarse a talleres, diplomados y consultar a especialistas y rodearse de expertos.

El ecosistema también tiene que ofrecer mecanismos como incubadoras y aceleradoras, además de programas especializados para el desarrollo de emprendedores, para que los negocios puedan crecer a su máximo potencial. Aquí hay que considerar el papel que juegan las universidades e inversionistas, quienes además de inyectar capital tienen que mentorear y guiar con su experiencia. Es el mismo ecosistema el que debería de blindarse ante esta cultura startpop.


Estas series, WeCrashed, The Dropout y SuperPumped, nos muestran historias de ambición y engaño, riqueza obscena y mal comportamiento que exploran cómo la innovación tecnológica y financiera puede culminar en catástrofes de la cultura emprendedora. Sin embargo, podemos decir que la cultura startpop tiene claroscuros.

Espero que esta ola startpop abra camino para series de startups como Zappos, y su fundador Tony Heish (RIP) y la cultura de servicio y atención al cliente que logró impulsar subiendo todos los estándares establecidos. O bien la historia de Headspace cuyos fundadores quisieron ayudar a las personas a liberarse del estrés con ejercicios digitales de meditación. Hoy tienen casi 100 millones de usuarios. O quizá la historia de Kiva, una fintech que desde hace varios años crea impacto social gracias a sus servicios.

Los grandes proyectos se construyen poco a poco y levantándose tras cada fracaso. La vida no es un reallity show, pero lo cierto es que cada emprendedor tiene el poder de construir su historia que deje un legado. El secreto está en que ese legado vaya más allá de una valuación millonaria.

Mario Romero es Managing Director de Impact Hub. Síguelo en Twitter: @MarioR140

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