Claroscuros de la industria automotriz
Por: Alejandro Desfassiaux
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Nadie puede negar la relevancia que guarda la industria automotriz mexicana tanto en el país como en el mundo entero. Su creciente dinamismo la ha colocado dentro de las diez naciones más importantes en cuanto a producción de vehículos automotores se refiere. De hecho, para ser más preciso, ocupa la séptima posición, sólo superada por Alemania, Korea del Sur, India, Japón, Estados Unidos y China, en donde el país más poblado del mundo lidera la industria a nivel global y que, dicho de paso, ha comenzado a adquirir relevancia en México con la presencia de siete de sus marcas.
También el mercado interno es uno de los que mayor demanda presenta año con año. Basta señalar que el pasado 2022 se comercializaron casi un millón 100 mil unidades y se estima que, para el presente año, el nivel de ventas podría alcanzar los 1.2 millones de vehículos. De lograr tal desempeño, esta actividad económica estaría cerca de lograr las cifras de ventas prepandemia, que fueron superiores al millón trescientas mil unidades en 2019.
Durante el primer trimestre del 2023, se comercializaron 315,126 vehículos, 61,744 unidades más que en el mismo periodo de 2022, lo que representa un avance de 24.4%. Tal incremento parece garantizar que los pronósticos de venta de 1.2 millones de autos vendidos en el mercado nacional para el cierre del año se logren.
| Daños ocultos
Sin embargo, y aquí viene la piedrita en el arroz, o más bien varias piedritas. La primera de ella es que la crisis de semiconductores a nivel mundial no ha sido resuelta en su totalidad; los problemas mundiales en las cadenas de suministro persisten; los niveles inflacionarios no han sido controlados y la preocupante situación macroeconómica que se observa en los Estados Unidos, con el grave problema de su techo de deuda y los problemas financieros en parte del sistema bancario, podrían tirar por la borda el buen camino y desempeño de la manufactura automotriz mexicana.
Adicional a estos factores negativos, que se observan en el mercado y que, al ser considerados externos poco puede hacerse para su resolución, existe otro que también lastima a esta actividad económica y me refiero a la inseguridad, y déjeme ser más preciso.
Tristemente cuando un negocio avanza, sobre todo a la magnitud que se observa en la industria automotriz, la delincuencia actúa en referencia. Es así como año con año se ha acentuado el robo de autopartes, asalto a camiones, extracción indebida de componentes o materia prima de las fábricas o almacenes (el famoso robo-hormiga), el asalto al personal de confianza o de los obreros que laboran en las plantas, ya sea antes de ingresar, al salir o cuando esperan el transporte público, e incluso, el sector ha experimentado robos de vehículos de lujo del interior de sus salas de exhibición o de distribución.
| Las consecuencias son graves
No es un problema menor esta situación. Pensemos tan solo las repercusiones financieras y penalidades que conlleva el incumplimiento en tiempo y forma de la entrega de los automóviles para su exportación o envió a los distribuidores, como consecuencia de que la materia prima o los componentes para la producción fueron robados en el trayecto hacia la planta de producción.
De acuerdo con informes de la Asociación Nacional de Empresas de Rastreo y protección Vehicular (ANERPV) en lo que va de este 2023, se han registrado más de 300 robos a transportes de carga, siendo los considerados como pesados los de mayor incidencia.
Ciertamente por la gravedad del problema de la inseguridad en México, tanto la industria automotriz como otras tantas deben trabajar de la mano con el gobierno federal y con las autoridades locales y estatales, pero mientras esto se alcanza, las empresas deben recurrir a empresas de seguridad privada confiables, con alto nivel de experiencia y con personal ampliamente capacitado y garantizado. AN
Alejandro Desfassiaux es presidente de Grupo Multisistemas de Seguridad Industrial
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