
¿El laboratorio de IA de la presidenta Sheinbaum es una oportunidad real?
La creación del Laboratorio Nacional de Inteligencia Artificial (IA), anunciado hace unas semanas por la presidenta Claudia Sheinbaum, es una buena noticia. Representa una apuesta importante para impulsar el uso de la IA en áreas vitales como la salud, la agricultura y la ciencia. Sin embargo, antes de echar las campanas al vuelo, hay que preguntarnos si realmente tenemos las bases necesarias para que esta iniciativa funcione de forma correcta.
Por: Claudia CerezoContinua en la historia

| Las IA necesita más que entusiasmo
Hablar de IA sin mencionar aspectos fundamentales como conectividad, talento y reglas claras sería como hablar de biotecnología sin laboratorios para desarrollarla. La IA requiere mucho más que entusiasmo: necesita infraestructura digital, personas capacitadas, espacios donde se fomente la innovación y marcos legales que proporcionen certeza y promuevan un uso responsable y ético de la tecnología. La creación del laboratorio es un paso importante, sí, pero la verdadera clave está en cómo integrar la IA en nuestra economía y vida diaria.

| Lo que otras naciones entendieron sobre IA
En otros países, los avances hacia la adopción de la IA son evidentes. Estonia, por ejemplo, ha digitalizado casi todos sus servicios públicos, lo que ha permitido que la tecnología se integre de manera natural en la vida diaria. Corea del Sur ha realizado fuertes inversiones en conectividad, llevando internet a todos los rincones del país, y ha integrado la enseñanza de habilidades digitales desde las primeras etapas educativas. Gracias a esto, hoy la IA en Corea del Sur mejora el transporte, la educación y los servicios de salud. En Finlandia y Suecia, las políticas de digitalización y la formación en tecnología han sido pilares fundamentales para una adopción exitosa de la tecnología en diversos sectores.
En Singapur, el gobierno ha jugado un papel crucial, promoviendo la adopción de la IA tanto en el sector público como privado, con un enfoque claro en garantizar la seguridad y privacidad de los datos. Este país lidera la lista de naciones mejor preparadas para integrar la IA, gracias a sus políticas de inversión en tecnología y al impulso de la capacitación en habilidades digitales entre su población.

| México y la carrera contra el rezago digital
En contraste, México enfrenta problemas importantes. A pesar de que las proyecciones de conectividad son optimistas —la plataforma de investigación y estadísticas en línea Statista estima que para 2027 el 98% de la población tendrá acceso a internet—, más del 25% de los habitantes en zonas rurales aún carecen de acceso a internet de banda ancha. La cobertura total sigue siendo lejana, sobre todo si consideramos que el gobierno no ha logrado fomentar suficientes inversiones privadas en telecomunicaciones y redes digitales. Además, la desaparición del Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT) y la creciente intervención gubernamental (recordemos que la nueva Agencia de Transformación Digital y Telecomunicaciones depende del Ejecutivo) han generado incertidumbre en el sector, afectando proyectos como la Red Compartida, cuya misión era democratizar el acceso a la conectividad.
El talento es otro reto. México tiene una comunidad de investigadores y profesionales altamente capacitados en IA, pero aún no cuenta con una estrategia clara para formar y retener especialistas. El Laboratorio Nacional de IA será una excelente base para fomentar el desarrollo de la tecnología, pero necesitará crear alianzas con universidades, empresas y otras instituciones para que realmente impulse la investigación y la formación en IA a gran escala.
Los países líderes en inteligencia artificial nos demuestran que, para que esta tecnología tenga un impacto real, primero es necesario resolver lo básico. En primer lugar, garantizar la conectividad en todo el país, incluso en las áreas más apartadas. Segundo, fomentar habilidades digitales desde las etapas más tempranas de la educación y capacitar a los profesionales en nuevas tecnologías. Y tercero, contar con reglas claras y marcos legales que aseguren el uso responsable de la IA y protejan la privacidad de las personas.
Si no hacemos estas tres tareas, corremos el riesgo de quedarnos atrás y de que los avances que se logren sean limitados o desiguales. AN