
China y Estados Unidos, por el dominio en el Pacífico
En esta entrevista, Eduardo Tzili, especialista en estudios sobre Eurasia, explora la estratégica rivalidad entre China y Estados Unidos por el control del Pacífico y analiza cómo el incumplimiento de las promesas económicas por parte de Washington podría llevar a los países insulares a inclinarse hacia Beijing, debilitando la influencia estadounidense en la región.
Por: Gerardo YongContinua en la historia

| Batalla de titanes
La presencia de Estados Unidos en el Océano Pacífico es considerada altamente estratégica, gracias a la alianza que ha mantenido con las Islas Marshall, Palau y los Estados Federados de Micronesia, los cuales se han beneficiado de una especie de fideicomiso por parte de Washington. Esta alianza ha sido avalada también por la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Recientemente, los mandatarios de estas naciones han solicitado al país de las barras y las estrellas que acelere la ayuda económica que conlleva el acuerdo bilateral, el cual ha prevalecido por más de 40 años y le ha permitido a Estados Unidos mantener control marítimo de la región. De lo contrario, los países insulares buscarán cambiar su lealtad para abrazar la influencia china.
La cuestión es que los acuerdos conocidos como Pactos de Libre Asociación (COFA) establecieron que la Unión Americana debe brindar asistencia económica a estos países, a cambio de acceso militar exclusivo en áreas estratégicas de la región del Pacífico. El acuerdo, que estipula la entrega de 2,300 millones de dólares (mdd), fue renovado en 2023 por otros 20 años, pero el dinero no ha sido entregado; por esta razón, sus destinatarios se encuentran molestos.
El apoyo ya fue avalado por el Senado estadounidense y ahora se encuentra bajo debate de grupos de congresistas que prefieren incluirlo bajo la rúbrica de “ayuda para tiempos de guerra” por un total de 95,000 mdd, junto a los casos de Ucrania, Israel y Taiwán.
Aunque la situación de las naciones insulares no es tan grave como la que atraviesan Ucrania, Israel y Taiwán, si la Casa Blanca no cumple a la brevedad, simplemente desconocerán a Estados Unidos y se acercarán a Beijing, que ha estado coqueteándoles desde hace años para expandir su liderazgo hacia esas regiones.

| ¿Qué pasaría si así lo hicieran?
En primer lugar, Estados Unidos dejaría de tener acceso a zonas claves de la región, por donde pasan, además, rutas marítimas cruciales para su comercio. La influencia norteamericana disminuiría al grado de que el país no podría vigilar ni monitorear los avances militares chinos en la región, sin mencionar que sería un error craso a la simpatía que estas naciones insulares han tenido por años a la cultura y modo de vida americanos.
La situación también afectaría directamente a Taiwán, que probablemente se quedaría sin el reconocimiento que le han otorgado, a cambio, los acuerdos de cooperación económica y turística. Palau ya está pensando seguir los pasos de Islas Salomón, que en 2019 suspendieron 36 años de relaciones con Taipei para atraer al gigante asiático, con el que firmó diversos pactos comerciales y beneficios económicos que causaron alarma en Washington y sus aliados occidentales en la zona, adonde ya se extendió su tan temida presencia militar.
En la actualidad, la alianza que Estados Unidos todavía sostiene con Palau le ha permitido el control de un área superior a la integrada por 48 de sus estados federados. También le concede el control estratégico de las zonas marinas y aéreas entre Hawai y el continente asiático, sin mencionar la protección que Estados Unidos otorga a sus aliados que requieren el cobijo norteamericano, como Filipinas, Malasia, Singapur, Indonesia, Japón y Corea del Sur.
Para conocer un poco más sobre la importancia del tema, Alto Nivel charló con Eduardo Tzili, profesor-investigador en la Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Xochimilco e integrante del Grupo de Estudios sobre Eurasia.

AN • ¿Cómo afectaría a Estados Unidos un repentino cambio en su alianza con Palau y los estados de la Micronesia en la zona del Pacífico?
Básicamente afectaría la ‘Estrategia del Indo-Pacífico’. Parte del plan de acción de dicha estrategia es establecer un mecanismo multilateral y estratégico con las islas del Pacífico para que estas puedan desarrollar capacidades que les permitan no depender económicamente de otros actores. Sin embargo, el peso económico y la cercanía geográfica de China es mucho mayor que los de Estados Unidos en la región.
Debido a las proyecciones geopolíticas de Pekín a través de sus iniciativas diplomáticas –destacando la Iniciativa de la Franja y la Ruta, mediante la cual China pretende el desarrollo de infraestructura y la cooperación internacional–, la capacidad de competencia por la influencia de Washington se ve mermada. A esto habría que sumar que la ‘Estrategia del Indo-Pacífico’ tiene el objetivo de crear un espacio de contención a la presencia de China y mantener el territorio a disposición de la presencia estadounidense.
Un cambio en las prioridades de política exterior de Palau, Micronesia y otros Estados del Pacífico probablemente dificultaría consolidar el objetivo geopolítico estadounidense. Por último, como reflejó el caso del acuerdo de cooperación entre China y Samoa, el cambio en las alianzas afectaría el equilibrio regional de poder, brindando a Pekín una capacidad de disuasión a la presencia estadounidense mucho mayor a la que ya tiene.

AN • ¿La situación podría impactar en la reivindicación insular de China con Filipinas y Taiwán?
China mantiene una reivindicación geohistórica más con Taiwán que con Filipinas. Con Manila se tiene un diferendo territorial por la cuestión del mar del sur de China, espacio en el que numerosos países se disputan territorio y derechos marítimos exclusivos. Con Taiwán se mantiene un interés geoestratégico, ya que forma parte de la identidad china, de la historia de la gestión territorial de las dinastías, de la filosofía política de la Gran Unidad y del problema que representa la isla para el flanco suroriental de China, único que hasta el momento permanece abierto a posibles ataques para el país asiático.
Los cambios en las alianzas de los Estados del Pacífico podrían implicar un estrechamiento del espacio internacional de Taiwán, el cual se estaría quedando con cada vez menos reconocimientos diplomáticos. Esto puede tener repercusiones negativas, ya que el Estrecho de Taiwán es un foco susceptible de aumento rápido de tensiones, como pasó con la visita de Nancy Pelosi en 2022. En contraste, los cambios en las alianzas de los países del Pacífico podrían no tener mayores repercusiones con Filipinas, ya que el conflicto en el marco del mar del sur de China compete casi exclusivamente al país asiático y a sus vecinos territoriales del sureste de Asia, y las islas del Pacífico tienen poca presencia ahí.

AN • Al parecer, la diplomacia desplegada por China en la región está funcionando muy bien. En enero pasado logró captar a Nauru, el estado soberano más pequeño de Oceanía. ¿Qué implicaciones tendría para Washington este tipo de estrategia ante el anhelado dominio oceánico del Pacífico para Beijing?
No considero que el dominio oceánico sea un anhelo para Beijing, país que históricamente ha sido más una telurocracia o una organización geopolítica con base en el dominio terrestre. Es cierto que sus capacidades marítimas se han expandido y fortalecido en los últimos años, y el acercamiento a las islas del Pacífico es consecuencia de esto. No obstante, la visión de las relaciones internacionales de China no congenia mucho con la idea de que las interacciones mundiales son un juego de suma-cero. Por lo tanto, lo que pueda ganar China en el terreno diplomático y comercial con algún país no necesariamente se hace a costa de otro. El problema, más bien, reside en el imaginario geopolítico de Washington, ya que la visión estadounidense de las relaciones internacionales es que el mundo es un espacio anárquico en donde lo que un país gana, el otro lo pierde.
Así, mientras China avanza y consolida sus vínculos diplomáticos y comerciales con las islas del Pacífico, Estados Unidos piensa que eso es directamente proporcional a la pérdida de su presencia en la región, sin reflexionar sobre sus propias acciones o iniciativas para avanzar en sus relaciones pacíficas. Al final, el interés a largo plazo o la “gran estrategia” de China se explica a partir de mantener un espacio internacional abierto y estable para la continuación de su desarrollo económico. Si Estados Unidos, en su afán de mantener el control de los espacios, busca socavar esto, solo abonaría al conflicto, ya que el desarrollo de China no necesariamente implica un subdesarrollo del país norteamericano. AN