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Opinión

Cómo reactivar la economía

Por: Xavier Ginebra Serrabou Swipe

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Nos encontramos en un momento crítico de la economía: tiempo-eje le llamaría Karl Jaspers. Por un lado, el efecto de reapertura de la economía tras la pandemia de la COVID-19 parece haber llegado a su fin, a través del crecimiento de 5 y 3% de 2021 y 2022; se anuncia con bombo y platillo el efecto del nearshoring, mediante el que se prometen inversiones milagrosas de hasta 35,000 millones de dólares (mdd) y un crecimiento espectacular de las exportaciones, adicional, de hasta 150,000 mdd; aumentos de las exportaciones en 2022 hasta por 470,000 mdd; el crédito bancario comienza a aumentar y los bancos obtienen utilidades récord; por otro lado, la inflación parece empezar a disminuir, por lo que 2023 no se antoja que vaya a ser tan malo como prometía.

La inversión privada no logra aumentar más allá del 16-18% y la inversión pública se encuentra en mínimos que no alcanzan el 3% en las obras faraónicas del presidente López Obrador.

Sin embargo, la inversión privada no logra aumentar más allá del 16-18% y la inversión pública se encuentra en mínimos que no alcanzan el 3% en las obras faraónicas del presidente López Obrador; debería llegar a cifras cercanas al 25% del PIB, ocho puntos porcentuales de inversión pública, según Alicia Puyana. Como el panorama no parece ser amigo de la inversión, hay que plantearse más bien cómo se puede aumentar el millón de empleos que el país requiere con niveles de inversión aproximados del 16%. ¿Se puede?

| Desarrollo estabilizador

Gabriel Zaid parece tener la respuesta en su libro Empresarios oprimidos (Debolsillo, México, 2009). En el desarrollo estabilizador se logró crecer a tasas superiores a un 5% (algunos años llegó al 8%), creando millones de empleos con porcentajes de inversión del 16%. ¿Cuál fue la diferencia? El propio Zaid da la respuesta: nuestra pasión por lo grande, por lo monstruoso, por lo enorme, en obras de infraestructura, de por sí de dudosa utilidad, al igual que la apuesta por los empleos en las grandes empresas, que se apoderó de los economistas que nos gobernaron desde 1970. En la etapa que José Luis Calva denomina de la Revolución mexicana se buscaba invertir en medios de producción baratos para satisfacer las necesidades de los pobres, que son más productivos en capital que en personaL, con lo que se podían crear empleos con baja proporción de inversión sobre el PIB.

En el desarrollo estabilizador se logró crecer a tasas superiores a un 5% (algunos años llegó al 8%), creando millones de empleos con porcentajes de inversión del 16%.

Difusión de la bicicleta, no del avión; semillas mejoradas y abonos para la pequeña producción; máquinas de coser para fabricación de ropa; tecnologías apropiadas que permitan fabricar productos para la gente sencilla a precios accesibles; la promoción del microcrédito; la desregulación casi total de las microempresas, que no se vean atadas por los trámites fiscales o laborales. En El otro sendero y El misterio del capital, Hernando de Soto propone la regularización de las propiedades irregulares para dárselas en propiedad a los pobres, con lo que se liberarían miles de millones de dólares, que podría servirles para pedir créditos garantizados e incorporarse a la economía productiva.

| Elefanteosis

Un servidor ingenuamente pensó en la serie de artículos El pensamiento económico de López Obrador, que dado el origen sencillo de AMLO y su preocupación de los pobres, desarrollados en su libro 2018, La salida, que iba a ser una gran posibilidad para promover esta clase de empresarios y una economía más social: una corriente económica y social que busca desarrollar la pequeña propiedad y el desarrollo de la casa labriega, denominada distributismo, en lugar de la elefanteosis de la que hemos sido víctimas precisamente con López Obrador: grandes refinerías, trenes de dudoso éxito, nuevos aeropuertos. AMLO no se ha separado en nada a esta pasión por las obras faraónicas de los presidentes mexicanos desde 1970. Además, sus programas sociales fomentan la dependencia, en lugar del autoempleo y la creación de microempresas.

AMLO no se ha separado en nada a esta pasión por las obras faraónicas de los presidentes mexicanos desde 1970.

Mientras el actual gobierno o su sucesor no cambie de rumbo, ni una oleada de inversiones gracias al nearshoring, que son islas empresariales que no se contagian al resto de la economía, servirán para sacarnos de la estanflación hacia la cual se dirige la economía ya para 2024. AN

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