Talento y ética: la estrategia de Deloitte para liderar en tiempos de cambio
Mientras la innovación y la tecnología transforman la manera de hacer negocios, el verdadero diferencial está en cómo se desarrolla y se cuida a la gente. Gema Moreno Vega, socia líder de Talento y Ética en Deloitte Spanish Latin America, explica cómo propósito, cultura y valores sólidos permiten formar líderes resilientes y mantener la confianza de clientes y equipos en un mercado global competitivo.
Por: Ulises NavarroContinua en la historia
AN • Gema, ¿cómo Deloitte ha logrado mantenerse relevante en un entorno de cambios constantes? ¿Y qué significa ser un líder hoy, considerando que los retos ya no son solo económicos, sino también tecnológicos, sociales y culturales?
Creo que todo parte de un propósito muy claro y de una cultura organizacional sólida. En Deloitte, nuestro principal activo es el talento. Por eso, cada acción que emprendemos está dirigida a proteger, desarrollar y potenciar a nuestra gente. Sin personas comprometidas y capacitadas es difícil que una organización se sostenga en el tiempo y pueda adaptarse a los cambios que enfrentamos.
Ser un líder hoy implica varias cosas: tener visión y propósito, ser flexible y adaptable, y fomentar la innovación en todos los niveles. Por innovación no me refiero únicamente a la idea disruptiva que surge de la nada. Innovar también significa mejorar procesos, optimizar recursos, anticiparse a las necesidades del mercado y aprovechar la tecnología para generar valor real, de manera constante y efectiva. La innovación es, en esencia, creatividad aplicada a la acción.
El mundo de los negocios ha cambiado de manera radical. Hace algunos años el enfoque estaba en el posicionamiento de marca, tamaño o alcance; hoy se centra en el talento, las tecnologías emergentes y el propósito. Nuestro objetivo es generar un impacto significativo en todo lo que hacemos, y eso se tradujo en acciones concretas durante la pandemia; por ejemplo, brindamos certidumbre y tranquilidad a nuestra gente, mantuvimos la operación y, de hecho, crecimos.
La pandemia nos enseñó que la velocidad es clave: pasamos de un entorno 100% presencial a otro del todo virtual, en cuestión de días; mantuvimos la productividad y priorizamos la salud y el bienestar de nuestro equipo. Esa experiencia demostró que flexibilidad y capacidad de adaptación son esenciales para mantenernos relevantes y efectivos.
AN • ¿Cómo acompañan a su equipo para que crezca y esté preparado para los retos actuales y futuros?
Las universidades nos brindan una base, pero nuestra labor es complementarla con especialización, experiencia práctica y desarrollo continuo. Trabajamos de manera estrecha con instituciones educativas, diseñamos programas de entrenamiento internos y atraemos especialistas con experiencia, lo que nos permite anticiparnos a las necesidades del mercado y garantizar que nuestro equipo esté siempre preparado para los desafíos.
Nos enorgullece ser la primera experiencia laboral de muchos jóvenes, darles oportunidad de desarrollarse, crecer y aprender. Y también celebrar cuando deciden desplegar sus alas y enriquecer otras organizaciones.
Formamos líderes no solo técnicamente competentes, sino con valores éticos sólidos, integridad y compromiso con la calidad. Ese enfoque nos diferencia en el mercado: nuestros profesionales actúan con ética e integridad, buscando hacer lo correcto, aunque nadie los observe, y eso se refleja en la experiencia que brindamos a nuestros clientes.
AN • ¿Y cómo aseguran que todos sus colaboradores actúen con ética e integridad en su día a día?
La ética y la integridad forman parte del ADN de Deloitte; están profundamente arraigadas en nuestra cultura organizacional y guían cada decisión que tomamos. Todos en la firma tenemos muy claro que nuestro propósito es generar un impacto positivo, y que esto se logra desarrollando el talento y actuando con responsabilidad, ética e integridad. En una organización de servicios profesionales, la confianza lo es todo.
Esa confianza nos la otorgan distintos grupos de interés: nuestro propio talento, los clientes, los proveedores, los reguladores que supervisan nuestro trabajo y, por supuesto, las comunidades en las que operamos. Todos esperan de nosotros transparencia, confidencialidad, cuidado de la privacidad y total fiabilidad. Y ese es un compromiso irrenunciable.
Hace unos meses, un regulador a nivel global nos preguntó si necesitábamos asesoría externa en este tema. Nuestra respuesta fue clara: debemos ser nosotros mismos los mayores expertos en vivir y promover la ética y la integridad, porque de ello depende nuestra reputación y la confianza que los clientes depositan en nosotros. La confianza se construye poco a poco, pero puede perderse en un instante. Como dice Paco, nuestro CEO: “La confianza se gana en abonos, pero se pierde de contado”.
Por eso comunicamos y ejemplificamos constantemente son los comportamientos esperados dentro de la organización, y reforzamos de manera constante lo que significa actuar con integridad. Construir confianza es esencial, pero mantenerla requiere un esfuerzo permanente de todos los profesionales. Ese compromiso es lo que sostiene el buen nombre y la reputación de Deloitte.
AN • ¿Esta convicción podría implicar incluso perder clientes que no comparten esos valores?
Sí, y está bien. Tenemos derecho a elegir con quién trabajar. Podemos ser aliados de clientes que buscan hacer lo correcto y crecer juntos, y no involucrarnos con quienes no se alinean a nuestros principios. Esta visión se extiende a toda nuestra red de relaciones: proveedores, aliados e incluso tecnologías que utilizamos, como la inteligencia artificial, deben cumplir con estándares éticos.
AN • ¿Podemos decir que la combinación desarrollo de talento, cultura organizacional y propósito es lo que les permite mantenerse a la vanguardia en un mercado tan competitivo y cambiante?
Exactamente. Y añadiría un componente más: la colaboración internacional. Deloitte opera en 16 países, pero nuestra cultura es única. Esto nos permite compartir buenas prácticas, aprovechar el conocimiento colectivo y asegurar que un cliente reciba el mismo nivel de servicio, sin importar si está en México, Bogotá, Quito o cualquier otra sede. Esa consistencia en calidad, valores y metodologías genera confianza tanto en los clientes como en nuestro propio equipo.
Nuestro enfoque va más allá de replicar procesos: los ajustamos y perfeccionamos. Cada país aprende del otro y nuestras mejores prácticas se estandarizan para crear una infraestructura global sólida, pero flexible. Esto permite que, sin importar dónde opere un cliente, la experiencia sea coherente y alineada con nuestros estándares de excelencia y la cultura de Deloitte.
Uno de los pilares que más diferencia a Deloitte es la capacidad de anticiparnos. Estamos atentos a los cambios tecnológicos, las tendencias del mercado y las necesidades de nuestros clientes para ofrecer soluciones que generen valor y estén alineadas con principios éticos y de integridad. Más que reaccionar ante los cambios, nos adelantamos a ellos: formamos talento, desarrollamos competencias y buscamos que nuestros líderes siempre lleven la delantera, para construir una organización sostenible y resiliente.
AN • Hablemos del talento senior. Las universidades nos dan jóvenes con potencial, pero ¿cómo retener a quienes ya tienen experiencia y podrían recibir ofertas atractivas?
Todo se reduce al ADN y la cultura organizacional. Deloitte es más que un trabajo; para muchos, es una forma de vida. Ofrecemos rutas de desarrollo claras, tanto para quienes buscan puestos de liderazgo, como para especialistas que desean profundizar en áreas técnicas, como pueden ser tecnología o consultoría. Reconocemos y premiamos los hitos de carrera y damos libertad para crecer según las aspiraciones individuales.
Incluso quienes deciden salir para adquirir experiencia externa pueden regresar. La mayoría de los mejores talentos vuelve, porque saben que aquí encuentran certidumbre, desarrollo continuo y un entorno alineado con sus valores. La clave está en la transparencia y en cumplir lo prometido en términos de crecimiento y desarrollo.
AN • Para cerrar, Gema, ¿qué consejo darías sobre talento y ética para que las empresas mexicanas realmente trasciendan?
Primero, tener claridad sobre el propósito y los valores que guían la organización, y vivirlos día a día. No basta con declararlos; el liderazgo debe encarnarlos. Segundo, construir infraestructura que respalde esos valores: códigos de ética, políticas de anticorrupción, mecanismos de denuncia y formación continua. La ética y la integridad tienen retorno de inversión: generan confianza, promueven decisiones correctas y sostenibles, y fortalecen el talento.
Cuidar el talento es estratégico. La pandemia mostró quiénes tomaron decisiones de corto plazo recortando personal y quiénes invirtieron en certidumbre y desarrollo. Las organizaciones que cuidaron a su gente prosperaron; las demás redujeron su capacidad y tardaron en en recuperarse. El talento es la base para afrontar retos y crecer a largo plazo. Si lo cuidas, atraes y retienes a los mejores, y contribuyes al desarrollo de la sociedad. AN