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46% de las empresas incorporan más ASG. ¿buena o mala noticia?

Por: Ana Cristinia Dahik Loor Swipe

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Vivimos una era sin precedentes. La conversación alrededor de los criterios ambientales, sociales y de gobernanza de las organizaciones (ASG por sus siglas en español o ESG en inglés) se ha posicionado como el “deber ser” empresarial.

De acuerdo con el último reporte ‘Tendencias en sostenibilidad 2023’ de la consultora en temáticas medioambientales ERM, si bien las crisis geopolíticas que vivimos ponen presión sobre las cadenas de suministro, la integración de criterios ASG en los modelos de negocios sigue siendo una de las principales preocupaciones para las empresas. Prueba de esto es el estudio Environmental, Social, and Governance (ESG), Global Survey Validates that ESG is a Growing Priority for Businesses en el que participaron 1250 directivos. Este revela que 46% afirmaron que sus empresas aumentaron su enfoque en ASG durante 2022.

Si bien las crisis geopolíticas que vivimos ponen presión sobre las cadenas de suministro, la integración de criterios ASG en los modelos de negocios sigue siendo una de las principales preocupaciones para las empresas.

Esto es una gran noticia. Se ha puesto una conversación muy profunda sobre la mesa y es posible para las organizaciones capitalizarla con astucia. No obstante, cuando una temática está en los reflectores, es bueno detenerse para identificar cómo agrega valor y cómo no.

| Inversión sostenible

Una de las primeras pautas que pueden permitir darle el lugar adecuado a la conversación ASG, dentro de los modelos de negocios, es profundizar en lo que es homologable y en lo que no lo es. Para este fin, es útil volver a los orígenes de la conversación: ASG surgió como un mecanismo de medición del sector financiero para identificar cuándo una inversión era sostenible o cuándo no lo era.

Esto quiere decir que es una herramienta de medición que se diseñó para una industria y un sector en particular. Es importante tener en el radar qué es replicable y qué es único para cada industria.

Uno de los principales desafíos de la conversación es que cada actor e industria mide lo que puede y cómo lo puede.

En edición reciente de la revista The Economist, en un artículo titulado “Un sistema roto que necesita reparación” (refiriéndose a ASG), se menciona que uno de los principales desafíos de la conversación es que cada actor e industria mide lo que puede y cómo lo puede. Esto ha dificultado la estandarización de mediciones. Es tarea de las empresas que nos sumemos al diálogo y reconocer los alcances, de acuerdo con nuestra propia industria.

| Óleo en blanco

En este mismo sentido, una segunda pauta es identificar cuándo se opera en un entorno pre-regulatorio respecto a cuestiones ASG y cuándo una industria ya cuenta con ciertas pautas regulatorias. Esto es importante porque, en ocasiones, a las empresas les tocará enfrentarse a un “óleo en blanco”, lo cual sería una gran noticia, porque les permite delimitar las reglas del juego, pero también puede crear ambientes de incertidumbre que las organizaciones deben considerar.

Conversar sobre temas tan complejos como el triple valor y la sostenibilidad de las organizaciones, las industrias, las comunidades, los países y la sociedad global requiere valentía.

Se necesitan faros comunes. Conversar sobre temas tan complejos como el triple valor y la sostenibilidad de las organizaciones, las industrias, las comunidades, los países y la sociedad global requiere valentía. Por esto, un último punto de partida que se propone es alejarse de lentes restrictivos y buscar lentes desde un enfoque de innovación. Las organizaciones deben identificar qué capacidades se deben desarrollar dentro de las cadenas de valor. Un punto de partida aspiracional puede ser una plataforma para que esta sea una conversación que nos permita aspirar a máximos y huir de mínimos que restrinjan la capacidad de innovar por parte de las empresas. AN

 


Ana Cristinia Dahik Loor es Directora del Centro de Investigación en Responsabilidad Social (CIRE) de IPADE Business School.

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