| Desaceleración en puerta
Así, después de una caída de 0.20% en 2019, antes de la pandemia, y luego un decrecimiento del 8% en 2022, la reactivación de 4.72 y 3.06% en 2021 y 2022, respectivamente, casi llegamos a los niveles de 2018. Al cierre de 2022, a precios del 2013, la economía tenía un valor de 18.925 billones de pesos, frente a 18.985 al final de 2018. Esto significa que aún nos falta un crecimiento de 0.9% este año, lo que coincide con el consenso de los analistas, en que se deben lograr los niveles donde empezamos esta administración. Esto muestra un rezago, frente a lo logrado por nuestro principal socio comercial, cuya recuperación fue anterior.
El avance mostrado en 2022, a nivel general, se mostró resiliente en un entorno desafiante, por mayor inflación, altas tasas de interés y las continuas interrupciones en las cadenas de suministro, así como por las tensiones geopolíticas. A un año del estallido bélico, la mayor volatilidad se dejó sentir en el precio del petróleo, los granos y el costo del dinero.
En este año, todo apunta a que la economía ha entrado en una fase de desaceleración y eso se hará evidente en el primer trimestre.
En este año, todo apunta a que la economía ha entrado en una fase de desaceleración y eso se hará evidente en el primer trimestre. A pesar de que las exportaciones han arrancado con fuerza en 2023, la principal afrenta son los elevados niveles de inflación y, en particular, la subyacente, que elimina los precios por alta volatilidad. Esta, en la primera quincena de febrero, mostró un crecimiento menor al esperado (8.38%), pero aún muy elevado; mientras la inflación general se elevó a 7.76% en el mismo lapso, su menor nivel en dos meses y medio, pero que contrasta también con la aceleración de precios de los servicios, que alcanzó su mayor nivel desde el 2003. Esta tendencia de desinflación, más lenta que lo previsto, apunta a mayores ajustes en réditos y, por ende, a un avance más lento de la economía.