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El Cielo busca ser referente mundial en enoturismo

Con más de 100 medallas en el Concurso Mundial de Bruselas, los vinos de la Vinícola El Cielo han puesto en alto el nombre de México.

Por: Ulises Navarro Swipe

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 Gustavo Ortega Joaquín

Fundador y CEO de El Cielo Valle de Guadalupe


| Una década de éxitos

La Vinícola El Cielo, en el Valle de Guadalupe, está cumpliendo 10 años de ofrecer experiencias únicas para los amantes del vino: visitas guiadas por un sommelier, gloriosas delicias del campo a la mesa, elegantes suites realzadas por amplias vistas de la montaña, una refinada arquitectura rodeada de naturaleza…

Ha sido una década de mucho trabajo, esfuerzo y aprendizajes, pero también de incontables éxitos. El Cielo es el proyecto eno-turístico más importante de México y ha obtenido varios reconocimientos en el Concurso Mundial de Bruselas, la competencia de vinos más reconocida del mundo.

Platicamos con Gustavo Ortega Joaquín, fundador y CEO de El Cielo Valle de Guadalupe, sobre su pasión por el vino, la hostelería y el desarrollo de nuevos proyectos, así como la materialización de un sueño que hoy se ha convertido en un destino imperdible para los enófilos, los amantes de la comida y los amantes de México.


AN Gustavo, eres un empresario con vasta experiencia en el sector turístico y hotelero, y también un hombre de retos y resultados. ¿Cómo nace la idea de El Cielo y su resort?

Nació como un proyecto familiar. Lo pensé como un proyecto de retiro. Como bien mencionaste, después de dedicarme por 30 años a la hostelería, pensé en desarrollar un hotel boutique y atenderlo personalmente.

Durante un viaje al Valle del Loire, en Francia, visité un hotelito-boutique con viñedos y me encantó. Luego conocí otros en Burdeos y pensé que yo quería desarrollar uno de esos conceptos en México.

Cuando regresé de aquel viaje, le conté mi idea a un amigo y me recomendó visitar el Valle de Guadalupe. Entonces vine a conocer el Valle, que en ese entonces era una región muy incipiente en materia turística. Había hoteles muy bonitos, pero poco desarrollo. Me di cuenta de que había una gran oportunidad, porque el Valle te enamora. Y yo me enamoré del destino.

Cuando conocí esta propiedad, estaba en venta, así que platiqué con el ejidatario y la compré. Luego busqué a unos amigos, José Luis Martínez y su esposa Lolita, quienes son los dueños de Grupo Lomas, y les platiqué de mi proyecto. Yo estaba buscando vender algunas propiedades que tenía, para financiarlo, pero José Luis me ofreció asociarse conmigo. Solo me puso una condición: que no creáramos un proyecto para el retiro, sino un negocio. “Hay que pensar en grande”, me dijo.

José Luis y Lolita creyeron en mi concepto y confiaron en mí. No conocían el Valle. Ellos conocieron El Cielo una semana antes de su inauguración. Recuerdo que José Luis me dijo: “Pocas veces me sorprendo, pero tú me dejaste con la boca abierta. Esto está espectacular”.


AN ¿Cuál es el secreto de su éxito? 

El Cielo fue diseñado tomando en cuenta cuatro grandes ejes. El primero fue su funcionalidad. Cuando estudié el Programa de Gerentes Generales de Hoteles, en la Universidad de Cornell, llevé una materia de desarrollo de hoteles y restaurantes y así aprendí todos los procesos. Entonces, el primer paso fue diseñar una bodega que fuera funcionalmente correcta en materia enológica, con equipo de alta tecnología.

El segundo eje es la sustentabilidad: la vinícola fue concebida para que fuera totalmente amigable con el ambiente, con techos de teja y paredes con aislamiento térmico. La bodega es ahorradora de energía. El encendido y apagado de la iluminación es automática; además, todas las lámparas son de led, para evitar generar calor y ahorrar más energía. Cerca del 80% de la energía que consume la bodega proviene del sol, gracias a nuestra infraestructura de paneles solares.

Procesamos el 100% del agua que utilizamos en los servicios de hospitalidad y la devolvemos a la tierra a través del riego de los jardines. El año pasado empezamos este proyecto y hace unas semanas obtuvimos una certificación que demuestra que el 75% de nuestros viñedos están en una transición para ser orgánicos. Nuestra meta es lograr que el 100% de nuestros viñedos sean orgánicos.

El tercer eje es nuestra capacidad de crecimiento. Cuando diseñamos la bodega no sabíamos en cuánto tiempo iba a crecer; pensamos que en 10 años íbamos a llenarla (dependiendo de la capacidad de tanques), pero lo hicimos al cuarto año.

Desde 2017 empezamos a plantar nuevos viñedos. Empezamos con 22 hectáreas y hoy tenemos 98 hectáreas plantadas y en producción.

Por último, nuestro cuarto pilar son las experiencias eno-turísticas. Desde que diseñamos la bodega pensamos en el turismo; no fue algo que añadimos después.


AN ¿La edificación de una capilla dentro de El Cielo también formó parte de esta planeación?

Cuando estábamos diseñando el proyecto del hotel, José Luis, su esposa Lolita y yo pensamos en lo que se podría construir en la parte más alta de la propiedad, donde está la mejor vista, y decidimos que ahí se construiría la capilla.

Más allá de su función para bodas y otros eventos religiosos, tener la primera capilla consagrada en propiedad particular es una gran bendición, porque yo soy muy creyente.

Este año vamos a construir un área de criptas para uso familiar. Será un espacio muy íntimo, en el que vamos a recrear la sala de la casa donde viví con mi papá y quien fue la persona que me adentró a este mundo del vino.

AN ¿En qué proyectos están trabajando actualmente, además de los viñedos orgánicos y la apuesta por una uva de calidad?

Queremos desarrollar una bodega boutique, pequeña, con tecnología de punta. Estamos apostando al campo, a la tecnología y a la buena enología.

En cuanto al hotel, ya no vamos a crecer en número de cuartos –hoy tenemos 93 habitaciones–, sino en amenidades. Queremos desarrollar un nuevo lobby, con bar y espacios sociales para tomar una copa de vino y disfrutar de alguna experiencia de mixología, por ejemplo.

También queremos construir un restaurante fine dining para los huéspedes del hotel. Será un lugar muy exclusivo, con vista al lago, que atenderá a 40 o 50 comensales como máximo por noche y será dirigido por uno de los chefs mexicanos más importantes. Por otro lado, estamos trabajando en el proyecto de un spa. La idea es que complementemos nuestra oferta actual con más amenidades y experiencias turísticas.

Para estos nuevos proyectos hemos estimado una inversión de 300 millones de pesos (mdp), que se sumarán a los 900 mdp que hasta hoy hemos invertido en El Cielo.


AN El Cielo ha invertido mucho en tecnología, en procesos para la producción de vino y en el hotel, pero la agricultura es una parte fundamental de este negocio. ¿Qué tanto han invertido en el campo?

Has tocado un elemento fundamental de nuestro proyecto. Este año, la mayor parte de nuestras inversiones se han destinado al campo, porque cada uno de nuestros tres viñedos tiene su complejidad. El Valle de Guadalupe, por ejemplo, ha tenido problemas de agua. Hace dos años padecimos de una escasez de agua muy fuerte, así que el año invertimos en pozos para abastecernos de agua. Otro reto son las enfermedades que hay el entorno y que han afectado a las plantas.

Por otro lado, en nuestro viñedo de Ojos Negros no sufrimos de escasez de agua, pero su clima es extremoso por estar en una zona a 750 metros de altura y 40 kilómetros tierra adentro. Ahí experimentamos heladas tardías y un calor muy fuerte en el verano. El año pasado, en mayo, tuvimos una helada terrible que quemó casi el 90% del viñedo y perdimos gran parte de la producción, así que este año tuvimos que invertir en ventiladores contra heladas.

En San Jacinto tenemos una tierra que da un fruto increíble, pero casi no hay agua. Ahí hemos construido nueve pozos y hemos obtenido menos de dos litros por segundo.

Para los nuevos proyectos se contempla una inversión de 300 millones de pesos (mdp), que se sumarán a los 900 mdp que hasta hoy ha invertido en El Cielo.


AN Las medallas que han obtenido en el Concurso Mundial de Bruselas ya rebasan la centena. ¿Qué representa esto para la bodega? 

Nosotros estamos presentes en los concursos no por ganar medallas, sino por medir nuestro trabajo. Obtener una medalla es congruente con el esfuerzo y el trabajo que hacemos. Nuestro tinto Caipirinha es un ejemplo de ello: durante tres añadas este vino ganó la medalla gran oro en el Concurso Mundial de Bruselas, edición México, y también a nivel internacional. Y esto mismo ocurre con muchos de nuestros vinos.

Jamás me imaginé que nuestros vinos serían reconocidos a nivel internacional, y creo que gran parte del éxito ha sido tener buenos enólogos; Jesús Rivera y su hijo Chuyito son gente muy talentosa. La otra parte del éxito es nuestra apuesta por el campo.

Yo he sido un gran impulsor de la viticultura orgánica. Las grandes bodegas del mundo son sustentables. Por ejemplo, un vino no puede ostentar una etiqueta Saint-Émilion si no es sustentable. Piper Heidsieck en la región de Champagne y muchas de las grandes bodegas de Burdeos, como Pontet-Canet, Margaux, Mouton, tienen vinos elaborados con uvas de viñedos orgánicos y no lo dicen en la etiqueta, pero sí están apostando por la calidad de la fruta.

Entonces, estamos enfocados en nuestra apuesta por lo orgánico y por traer plantas certificadas. El 80% de los viñedos del Valle son plantas de pie franco [una vid no injertada, sino que toda la planta es de una misma cepa, por lo que no hay variedad]; nosotros arrancamos así este proyecto, pero a partir del 2017 todos nuestros viñedos son de plantas de uva injertadas y certificadas, que provienen de viveros y que tienen una garantía de autenticidad varietal. De esta manera cultivamos uvas de alta calidad y podemos crear vinos excelentes.

Una tercera parte del éxito de nuestros vinos es la tecnología. Jesús y yo viajamos mucho para conocer la tecnología de otras bodegas. Nuestro equipo para la selección de la uva es el mismo que utilizan en Vega Sicilia; el mismo que emplea la bodega española Remírez de Ganuza. Nuestro equipo de filtración es el mismo que utiliza Padua.


AN Gustavo, ¿cuál es tu opinión del vino mexicano y, particularmente, del que se produce en el Valle de Guadalupe?   

Creo que se ha roto el paradigma de que solo en el Valle se hace vino. Podemos ver cómo en otras regiones del país están haciendo las cosas muy bien: Este año, muchos vinos que ganaron la medalla gran oro pertenecían a otras regiones, como Querétaro, Guanajuato, Aguascalientes y Coahuila. Que haya más regiones que estén detonándose es muy bueno para el vino mexicano y la industria, porque se va creando una mayor cultura del vino y se ha incrementado el consumo per cápita.

Como país, México está en el lugar número nueve del medallero del Concurso Mundial de Bruselas y en la posición 34 en producción mundial. Esto significa que, a pesar de que no somos grandes productores de vino, tenemos productos de calidad.

Por otra parte, las universidades están invirtiendo en generar especializaciones en temas de enología y viticultura. Eso ayudará a que los jóvenes encuentren oportunidades y se puedan desarrollar, y que la mano de obra que requiere la industria esté más capacitada.

AN ¿El Cielo podría replicarse en otro lugar de la República Mexicana? 

Sí; yo lo quise hacer hace siete años en Querétaro. Tardé dos años en encontrar la ubicación ideal, pero es un terreno pequeño, de tan solo seis hectáreas, así que tuve que desechar el proyecto.

Coahuila también tiene un potencial enoturístico muy interesante y, si se planea bien, una ruta del vino podría ser un proyecto muy exitoso. Este destino está muy cerca de Monterrey, así que podría hacerse una ruta que integre Hacienda Florida, Viñedos Don Leo y dos o tres lugares buenos para comer. San Miguel de Allende ya lo está haciendo maravillosamente y Querétaro lo tiene muy bien armado.

Entonces, yo creo que se podría hacer algo parecido a El Cielo en otra parte… Tal vez con una mística distinta. Por ejemplo, mi proyecto de Querétaro lo había dirigido más hacia los espumosos.

A mí me encantaría llevar el proyecto a otro lugar, pero por el momento estamos enfocados en la consolidación del Valle de Guadalupe. Y si logramos que este proyecto despegue, a lo mejor dejamos un nuevo El Cielo para la siguiente generación.


AN Ahora que has concretado tu sueño de tener un hotel boutique y un viñedo, ¿cuál es tu siguiente paso? ¿En qué sueñas ahora?

En ser un referente mundial en enoturismo. Las grandes bodegas de Burdeos, la Ribera del Duero y el valle del Douro tienen hoteles de lujo, con servicios de primera y fine dining, y eso es hacia donde vamos a ir.

Nuestra meta es crear un producto que esté a la altura de los mejores del mundo, y eso es lo que vamos a hacer de ahora en adelante. Queremos que el mundo voltee a ver a México. Ya lo logramos con nuestros vinos ganadores. Ningún enólogo en el mundo, que no haya sido Jesús Rivera, ha creado dos vinos que hayan sido revelación internacional en el Concurso Mundial de Bruselas, y nuestro enólogo lo consiguió. Por esta razón, ya somos un referente mundial en vinos, y ahora queremos serlo en enoturismo. Ese es mi sueño ahora. AN

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